domingo, 18 de diciembre de 2011

Lluvia en nuestros rostros

El atardecer es una acuarela de lluvia. Hay gatos miedosos que se esconden en tu mirada, atrapados por tu pestañear. Tu mano es mi almohada, cuentos que me invento sobre cómo ha ido el día. Y me emociono al leer las cartas de tu padre que he escrito yo misma. Si me ves llorar, cántame esa nana. La del Coco “Tragalágrimas” que se ahogó con el llanto de la mujer-ángel violada. Te acuerdas, la misma que yo te cantaba.

A través de las ramas desnudas veo un cielo violáceo, como mis moribundos labios. Las gotas resbalan por tus mejillas y no sé si estás llorando.

En mis bolsillos intento encontrar algo que darte. La última hoja del Otoño o una estrella que recogí del suelo. Las luces se apagan a nuestro paso y los pájaros rompen a volar como palomitas en una sartén.

Si te vas me queda tu recuerdo. No miraré tus fotografías para que no me vean llorar. Si te vas soltaré en la calle el globo en forma de corazón que te regalé. Si te vas me arrancaré el corazón y te lo daré para que tu también puedas soñar con un mundo más noble.