sábado, 10 de diciembre de 2011

En pañales

Sonríe
Publicado en la Antología "Más cuentos para sonreír" de la editorial Hipálage
Me he pasado toda la mañana detrás de ese niño. Qué manía con quitarse los pantalones. Se los ponía y él se los volvía a quitar. Y así casi de continuo. Hoy era su primer día de guardería y menuda lata ha dado. Ha llorado muchísimo. Desde que su madre lo ha dejado hasta por lo menos veinte minutos después. No ha jugado con otros niños. Todo el rato corriendo de acá para allá y dando gritos. Rubén, se llama. Pero hay qué ver que lata me ha dado. No hacía más que quitarse los pantalones. Se los ponía y él se los volvía a quitar. Por fin ha venido mi jefa a decirme que el padre de Rubén había venido a buscarlo. He llevado al niño y ¡uff! ¡Qué susto me he dado! El padre venía en calzoncillos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cuando un ángel se enamora

Tu boca
En medio de la nieve
Exhala un vaho
Evanescente

Mis pies
Descalzos
Y tu lengua
Ardiendo en mi paladar

Serpenteas
Entre mi espalda
Y mi cintura
Tímidamente
Retiras la goma elástica
Para introducir la mano

Me derrito
Mientras la nieve
Cae a pedazos

A nuestro alrededor
La eternidad
La pureza
Una mano limpia
Resbalando por mi escote
Como agua bendita

Que se callen los demonios
Que no salga la Luna
Que la turbación de tu boca
Descanse bajo mi vientre
Y se llene de mi destreza
Calmando tu sed

Se alejan los versos
Mientras atrapo
Un puñado de nubes

Se alejan los versos
Ya no hace falta papel
Ni bolígrafo
Ni nada
Pues la poesía
Ya la tengo cuando te beso
Desnuda y de rodillas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Dña. Turulata

Dña. Turulata tenía los ojos muy abiertos. Daba la imprensión de que estaba asustada cada vez que uno la miraba. Y ¡qué demonios! Realmente era cierto que Dña. Turulata estaba muy asustada.

Todos los días iba a ver a Don Cristóbal, el cura de la parroquia, que le daba dos bolsas de arroz, pasta y leche y con un poco de suerte natillas o un lacito rosa (cosa que ocurrió una vez) y que, desde entonces, Dña. Turulata llevaba siempre en la cabeza.

Iba a recoger a su hijo del colegio y con las bolsas montaban en el autobús de vuelta a casa ya que ambos tenían descuento.

El niño, no era turulato sino muy listo y le gustaba su madre aunque estuviera turulata.

Dña. Turulata quería trabajar. Se presentó a encuestadora, cajera y figurante pero no la quisieron porque estaba turulata.

Un día se encontró un euro junto a la puerta de un supermercado. Dña. Turulata lo cogió y pensó en hacerle un regalo a su hijo. A unos pasos una gitana vendía unos globos enormes, de lunitas dormilonas, por un euro. Dña. Turulata compró uno pero estaba tan sucio que se puso a estornudar y tuvo que tirarlo.  Dña. Turulata se puso a llorar pero, en el colegio, los niños le dijeron que no se preocupara que no tenía alergia.

Dña. Turulata y su hijo se querían mucho y por eso era que Dña. Turulata, a pesar de estar turulata, era feliz.

No me alcanzaron las gárgolas

Un extraño
Y oscuro agujero
Enorme
En mitad de la Tierra
Absorve
como una pútrida mano
Las almas inocentes

En su interior
Hay ratas y gárgolas
Nadando
En un charco sanguinolento
De mordiscos
A brazos y piernas
Con sabor a sinsabores

Han ido a parar allí
Mi tía
Y mi madre
Han sido encarceladas
Para siempre
Condenadas
A sentir asco, miedo y muerte

Las he oído gritar
En el silencio de la noche
Gemir
Atravesando los cristales
Y llegando hasta mi cama

He olido su sangre
Y me han mojado sus lágrimas
Estaban muertas
Junto a mi
Susurrándome
Que les indicara el camino

Mi madre
Mi tía
Y sin embargo
Hubiera dado lo que fuera
Para que se hubieran marchado

Y me escabullo
Entre las sábanas
Y llego a un jardín
Con aroma a colonía de niño
Y cielo despejado

Y me pregunto
¿Por qué no he caído?

Alguien me guiñó un ojo
antes de irme a la cama
Fue aquel viejo
De ojos azules y barba
Amigo de mi padre
Que,
De vez en cuando,
Se pasa por casa

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Sin título


Todo permanece inmóvil
Como en una fotografía
El frío me ha recluído en mi agujero
De tejados azules
Y vigas que entorpecen

El perro está hambriento
Los huesos que cogí
En el mercado
"Para el perro,
Señorita Delia
¿verdad?"
Me han servido para fabricarme
Un collar africano

A mi perro
La niebla
le da miedo
Porque imagina
A niñas perdidas
Que se encuentran con el diablo
Y atisban la esperanza
Cuando este las promete
llevarlas junto a sus padres

El paisaje
Difuminado

Destacan las luces
amarillentas
que alumbran el camino
Me hacen sentir vigilada
Aunque estén al otro lado
Y la ventana esté cerrada

Alguien llama a la puerta
"¡Qué se calle el perro!"
Pero está asustado
La niebla le da miedo
Como caer al vacío
Como creer que van a levantarse
todos los muertos
Una pequeña licencia

El amante desconocido


Si tú estuvieras aquí ya no caminaría sola, por el sendero de la incertidumbre, hacia una casa donde mi voz es enterrada bajo las baldosas.

A veces miro a mi muñeca de trapo. La que tengo desde que era una niña y me gusta tanto y le pregunto si sabe dónde estás. Pero los hilos de su boca, apretados y de color granate, no pueden confesarme el secreto. Aunque yo sé que mi muñeca de trapo conoce el lugar donde vive ese chico y es muy posible que me lo diga esta noche, en mis sueños.

Como siempre, voy sola por la calle. Los perros me asustan, los coches me marean y no soy capaz de mirar a la gente que se cruza conmigo. Voy buscándote.

Me he puesto un vestido naranja, como la tarde... y me he maquillado un poco. También me he perfumado. Es un aroma barato pero que huele muy bien.

No sé a dónde ir. A mi paso percibo cierta brutalidad y algo de tristeza. Entro en una tienda y compro golosinas. Me las como en un banco. Son tan dulces... llenas de azúcar.
Veo un jardín de rosas. Es el jardín donde una madrugada tu y yo haremos el amor mientras la gente descansa de sus rutinas. Algunas estrellas caerán del cielo. Son pegatinas que se adhieren a nuestras espaldas formando los tatuajes que marcarán para siempre nuestro romance.

Así, con la ciudad callada, con las toses, ladridos y sirenas tragadas por un descanso necesario los corazones ilusionados pueden pintar de rojo las calles. Pero no te encuentro y al final me sorprende la noche sentada en el mismo banco, comiendo ahora bombones y viendo a mi marido acercarse con aires de preocupación y cansancio. Me ha traído la muñeca pero está muy serio. Creo que esta noche me tocará a mi hacer la cena.

martes, 6 de diciembre de 2011

La vendedora de rosas

Sobre la mesita hay una rosa vagabunda
Un llanto fingido
En el eterno deslizar del viento
A través de la ventana.

Acostada
En mi cama
Ansío reencontrarme
Con ese pequeño monstruo
De ojos grises y pelo enmarañado
Pupas en las rodillas
Cardenales y mejillas arreboladas
Que me roba los instantes

La rosa me la regaló su padre
El día anterior
Cuando
Sin darnos la mano
Paseábamos por una sucia calle
A las dos de la madrugada

Se acercó con sus ojos de pipa
Y tez de Luna
Para ofrecernos
El símbolo de un amor
Tragado por la rutina
Y las diferencias
Ocultas
En nichos
De pensiones
Con goteras, humedades y bichos.

Y tú la compraste
¿De dónde vendría aquella mujer?
¿Por cuantas calles, bares y parques habría deslizado sus piececitos maltrechos?

La rosa vagabunda esta mañana
Descansa sobre la tabla
Junto al cenicero
Lleno de angustia y nostalgia
Por reencontrarme con ese pequeño monstruo
Que me devolvió la vida
Para luego quitármela.


Visitante

Rebeca se despertó a las cinco de la madrugada. Sintió la boca seca y el pecho sudoroso. Aunque no recordaba haber soñado nada se sentía como si hubiera tenido una pesadilla. Pero no estaba segura. Estaba extrañamente despejada, cosa más que improbable en ella pues su despertar era siempre somnoliento. Lleno de bostezos y legañas pegadas a los ojos,  golpetazos al despertador y urgencias por tomar el primer café, ese que le devolvía la frescura y fuerza para afrontar el día. Al levantarse para coger agua se dio cuenta de que estaba semidesnuda. Solo llevaba puesta la camiseta interior y las braguitas. Intentó recordar si aquella noche se había olvidado de ponerse el pijama y aunque juraría que sí lo hizo pensó que tampoco era momento de comerse la cabeza con algo que no podía ser más que un despiste. Buscó su bata blanca y se la puso enseguida. A continuación paseó descalza por el cuarto buscando las zapatillas que como siempre estarían en cualquier parte ya que se trataba del juguete preferido de su perrita “Canela”. Entonces encontró el pijama, arrugado y tirado en el suelo. La seda, bajo sus pies, la hizo “bailar” un poco pero pudo controlarse antes de caer. No sabía como había llegado hasta allí sobre todo porque si había algo que no soportaba era el desorden. Lo recogió y lo dejo doblado debajo de la almohada. Las zapatillas, mordisqueadas y algo viejas se hallaban a los morros de su perrita. Era una cachorra y le gustaba olisquear y morder lo que le parecía más apetecible. Se hallaba dormida, con las orejas caídas y el rabito escondido entre las piernas. A Rebeca le pareció que estaba asustaba o tal vez, antes de dormirse, lo había estado. Se dirigió a la cocina y bebió agua. Luego encendió el ordenador y miró su correo. Había un mensaje nuevo. “Dear Friend”. El Asunto era fácil de descifrar lo que no sabía era quien lo enviaba. Estuvo apunto de borrarlo pensando que se trataba de spam pero le extraño que el nombre de la persona que lo escribía fuera algo tan familiar como “Canela”. Así que decidió leer el mensaje, que, por otro lado se hallaba en inglés motivo que no temía en absoluto pues entre los idiomas que dominaba se hallaba este. El mensaje decía:

“Me gusta olisquearte y esperarte junto a la ventana cuando me quedo solo en casa. Me pongo muy contento cuando llegas y cuando te vas me zampo todas las galletas. Esta noche he dormido a tu lado pues no me gusta dormir solo-. Me gusta tu sabor y morderte el pelo.”

Rebeca no entendía nada pero se sintió extraña. Una voz había venido a su cabeza al leer el e-mail. Era una voz femenina, como de duende, muy aguda y dulce. Le pareció bonita y le recordó a la de una amiga de la infancia  que la apreció mucho pero de la que ya solo recordaba el nombre y algunos juegos que compartieron.
Rebeca miró por la ventana. Un sauce llorón agitaba sus ramas como intentando acariciar el camino. Solo que no alcanzaba a tocarlo. Sus brazos no eran tan largos. La escarcha se pegaba a los cristales de los coches y Rebeca imaginaba una ciudad congelada de frío y solitaria, llena de luces pero vacía de pisadas. Seguía sintiéndose muy extraña y sin saber que hacer. Sintió una punzada en el corazón que le obligó a encender la luz del cuarto. Allí estaba su perrita. Parecía más relajada. Disfrutando de un sueño plácido y sobre la cama vio una rosa, roja como el fuego y húmeda como un beso. ¿De dónde había salido aquella flor? Rebeca fue al baño y la tiró por la taza de water. El ruido de la cisterna le arrancó un gritito y quiso darse una ducha pues empezaba a sentirse sucia. Al quitarse la bata se vio unos arañazos en el brazo derecho, también descubrió otros en la espalda cuando, intuyéndolo, se dio la vuelta en el espejo. Después de ducharse desayunó. Faltaban pocos minutos para que tuviera que salir camino al trabajo. El café tenía un sabor demasiado amargo y tuvo que endulzarse con un poco de chocolate. Su perrita ya se había despertado y saltaba a su alrededor de puro contento. El sol por fin asomaba viniendo a ser lo que el beso del príncipe a la Bella Durmiente y la gente, a través de la ventana, empezaba aponerse en movimiento. Rebeca se dispuso a vestirse y a preparar su bolso.

Pasaron los años y nunca le volvió a pasar nada parecido pero Rebeca no puede evitar albergar la sensación de que aquella noche estuvo con alguien.

Un pequeño apunte: las musas se cambian de vestido

Hola todos:

En un principio este blog se concibió como un escaparate a mi poesía que bajo el pseudónimo de María Manzano acercaría al lector un mundo basado en la fantasía y en la experiencia cotidiana. Sin embargo, dado que las musas están apostando por los relatos y los poemas parecen haberse vestido de fiesta para marcharse con la música a otra parte he de decir que comenzaré a publicar aquí, en los próximos días, cuentos y micro-cuentos escritos para quien tenga a bien leerme. De puntillas, algun poema, se escapará de la cama y asomará su cabecita entre la puerta, pero no os preocupeis porque los poemas también duermen, solo que durante el día.

Por lo tanto a partir de ahora, todo tendrá cabida. Y nada más, solo desearos un buen viaje por este cielo colmado de letras.

ILUSTRACIONES: LA OBSESIÓN DE JULIA

ILUSTRACIONES: LA OBSESIÓN DE JULIA

Faro, un ilustrador de gran calidad, un artista que se lleva toda mi admiración ilustró uno de mis cuentos publicados con Hasten Ediciones. Muchas gracias, Faro y gracias también a +cultura.