sábado, 19 de julio de 2014

¿Bromas de mal gusto? A parte

Desayuna besos si es que quieres dejar de estar en blanco y negro. La rabia se irá por la ventana y ya no solo tendrás un consuelo por almohada.
¿A dónde han ido a parar mis labios? Con los que yo besaba paraísos, descalza, por corredores que, a veces, iban a dar a un mar con gaviotas a lo alto. Y no, no es un secreto a gritos si sigues mis pasos, en ese momento, cuando tenía mis labios, sino solo un rumor pero del viento sobre las olas o de una Luna rota en la noche más melancólica, amarga o de dulce extranjero, desconocido para una niña, criatura que se agarra a las faldas de una madre que va por el mundo sin saber quién es. Otras veces va a dar a habitaciones lujosas con cortinas rojas. Sucumbir, sin mirar atrás. Lo que un día fuiste y ahora ¿qué vendrá? No, a él no. Quizá cuando no halla más, quizá cuando me quiten mi escudo o no vean lo que soy, en esta realidad difuminada, como acuarelas que la lluvia no se atreve a mojar. Ahora, mis labios, no son más que una primavera desierta. Pero pronto vendrán mejores tiempo en los que la cosecha dé de comer hasta al más hambriento. Y si quieres pide un deseo, si es por mi y ya lo siento. Pero, dime ¿quién se los ha llevado? Dulce en la amargura de un adiós equivocado. Sufrir lo que se lleva el diablo. Duele, duele tanto. Pero hay que espantar lo malo. No decir. Hacer un bordado o cantar con guitarra y pintalabios. Tal vez, solo sea un castigo de los dioses en el mito que hace llorar hasta al carcelero más malo. Y si alguien se ríe es que pertenece al laberinto más oscuro o es que no comprende mi llanto. Y si todavía sientes algo, ven mañana. Te estaré esperando.

Dedicado a una mayonesa no precisamente ligera

Cuando llegues a casa, mejor cómete una ensalada...
con mayonesa
Creo que soy como la mayonesa. Hay que comerme con cuidado porque si no me das lo que necesito, me pongo mala y tarde o temprano te acabaré apeteciendo y te contagiaré de tu descuido. Así que, ve con ojo si te gusta este tipo de aderezo, en ensalada o con palitos de cangrejo. Quizá con ella, halla que disimular. Entonces, con pan y mandamos lejos el peligro de esta traviesa, blanca como la luna pero con algo del infierno y ¿qué hacemos? Si es que, ser como la mayonesa es arriesgado, y no solo para mi sino para el que se acerque, aunque solo sea una sonrisa cómplice de lejos. Y sí, a mi, también me gusta. Barata o cara, todas tienen su encanto y no solo a dos metros. Creo que lo que debo hacer es mandar toda mi desgracia al diablo pero, te repito, ten cuidado pues si me dejas mucho tiempo al sol puedo ponerte malo.

lunes, 14 de julio de 2014

¿En qué voz se esconde la verdad?

Quizá sí sea verdad que andamos rotos, como esa regadera con la que suelo alimentar las plantas de la terraza que va a dar al salón, un salón lleno de malas acciones cuya propietaria no deja entrar en su corazón. Y sí, soy yo. No le des más vueltas, tal vez no sea asunto nuestro. Pero sé que te arrancaré de esa tierra seca donde solo puedes calmar la sed a través de tus lágrimas. Hay otra vida para ti, pequeño. Me encargaré de hacértelo más fácil. Cogeré tu mano, en la oscuridad de una noche de invierno y nos iremos deprisa pero sin ninguna prisa. Despacio pero corriendo, como le gusta al viento. Y ya verás como en esa casa, mi casa, podrás abastecerte de lo que has aguantado por tanto tiempo. También ahí, está él. El niño, otro pedazo más de mi. Y si tienes frío, te echaré una manta y si necesitas un beso lo haré sobre tu espalda. Si te resfrías creo que yo soy tu mejor medicamento y si nos cansamos, al cielo lanzaremos un lamento.

La mesilla de mármol

En mi portal ronda un gato. Vive justo en la planta de abajo y por desgracia un día de tormenta con paragüas usado le pusieron el cascabel. Desde entonces, mi vecino, cree que lucha contra molinos de viento sin darse cuenta de lo que ocurre en realidad. A veces baja a comprar descalzo o en zapatillas y cuando me lo cruzo en el super le digo "oye, chico. Córtate un poco y ponte unos zapatos" y él me responde " es que creo que se los ha llevado una vieja de esas cuya enfermedad no consiste más que en maldad. Y de cortarme, nada". Me dan ganas de responderle que no sé nadar pero creo o pienso, en ese momento, que quizá sea mejor un plan que seguirle el juego. Así que le digo "bay-bay, pequeño. Ya nos veremos en otro momento". Cuando mi padre se marchó dejó todas sus pertenencias en un armario, se fue con la ropa puesta y las manos medio vacías y aunque no sé cuál es su paradero mis sueños me dicen que sigue sus andanzas como buen artista que es. Así que cojo su calzado y lo dejo a la puerta del gato ya que, al fin y al cabo, creo que utilizan la misma talla. El pobre siempre lo echa a perder y yo intento espantar sus sombras con mis canciones. Al día siguiente dejo otro par de zapatos. Mientras cocino le oigo susurrar algo y mientras me baño escucho como cuelga un cuadro demasiado alto. Si llora no me queda más remedio que mandarle al carajo y esa noche sueño que, por fin, toma un atajo o tal vez lo que debería hacer es subirse al tejado. El caso es que, al día siguiente, dejo a su puerta otro par de zapatos y luego, cuando subo con las bolsas me lo encuentro en la escalera. Lleva puestos los zapatos, así que, con disimulo, le arranco el cascabel y sale disparado escaleras abajo. Hace tiempo que no sé de él. Desde que le vi en el portal un día de verano. Y la verdad es que me encuentro algo sola sin sus arranques de llanto o cuando le da por colgar un cuadro. Ayer su imagen se me descubrió entre nubes rosas. Iba con una guitarra detrás de la espalda y una carpeta donde intuí que llevaba las partituras. Los zapatos eran los mismos. Me sonrió en silencio y con dulzura. Y con el cascabel se resbaló la bruja del tercero.