sábado, 19 de marzo de 2016

Buscando

Y un algo. Un amor o en metálico para poderme largar.

Y un algo que puede ser mucho más.

A los 20


Jueves, viernes, sábados, domingos siempre absurdos. Horas gemelas cada día. Noches donde el alcohol y la música seducen. Indeseables que solo buscan una chica para pasar un buen rato. Chicas que solo buscan un par de oídos y un abrazo y aún así pasan un buen rato que después se convierte en odio y en asco. Se repiten los días, se repiten las noches, los momentos, las conversaciones. El murmullo del niño sigue igual, el llanto del río, el grito de las olas, el ocre de las hojas en otoño, los ojos del gato vagabundo. Igual.

La esperanza es siempre gris, como las paredes de esta habitación. De mi verdadera habitación. Al amanecer, los rayos de Sol acarician su oscuridad e intentan iluminar mis ojos pero la esperanza sigue matándome poco a poco con su presencia oscura. Corre por mis venas tiñiendo la sangre con su fuerza y todas las palabras, entonces, pierden su significado y todas las personas que conozco dejan de ser ellas para convertirse en esperanza. Solo esperanza, siempre esperanza. Los recuerdos me amenazan, canción amarga con un pequeño estribillo resplandeciente. Quiero ser como él. Contar con su inteligencia, su fuerza, su estilo. Le veo sentarse en un escalón de un portal. Mira el suelo y se abraza a sí mismo. Está cansado. No dormirá en casa. La noche, el portal y la amistad de un gatito solitario que junto a él se ha acurrucado son suficientes.

Un esfuerzo, un despertar silencioso, una mañana tibia, un atardecer lejano, unos ojos rasgados, en la ilusión, en el recuerdo. Un sentimiento intenso, un deseo, una amarga realidad, una amigo que consuela, una llamada a deshora, una noche sin dormir, un cuerpo frío, alguien nervioso, una mirada insegura y hermosa, una eterna confusión, personas que no son lo que parecen, palabras que protegen, Lunas que no son pálidas, días en los que siempre es de noche, despedidas que entierran un destino, distancia que hace olvidar, momentos que llegan de nuevo y vuelve a doler la despedida. Sentirse insignificante, buscar un modo de no ser malvada, hallar la manera de ser mala, secreto confesado por la decepción, corazón negro que se esfuerza por parecer dulce. Lunes, martes, miércoles vacíos.