sábado, 23 de junio de 2018

De brujas y romances

Advertencia :querido lector, antes de que leas este cuento, he de avisarte que no está basado en hechos reales sino que se trata tan solo de un cuento como lo pueden ser "La Cenicienta", "Caperucita roja" o "Blancanieves".


- Lo que tú no sabes es que no se trata tan solo de un espejito de hojalata que no vale ni un real. - Dijo la madre a su pequeña hija, acostada y con la tenue luz de la lamparita resaltando sus carrillos regordete y sonrojado, cuando ésta le espetó que aquel espejo no valía nada, ni para inspirar un cuento. Entonces la madre enseñándole más de cerca el espejo dejó que jugueteara con el mientras empezaba con el cuento que esa noche tenía preparado para ella.

- Perteneció a una bruja del año 1785 que prácticaba la magia negra. Lo limpiaba y cuidaba majestuosamente, comoo si se tratará del espejo de una reina. El espejito, reposaba en una de las estanterías, entre diferentes tarros de especias y ungüentos  La bruja como todas las brujas que practican la magia negra  es decir, mala, odiaba a los gatos, en especial a los negros y, en lugar de eso, tenía un loro al que adoraba ya que repetía todo lo que ella decía y se regocija a de sí misma al escucharle y se reía escuchando también sus propios conjuros en pico de loro como cualquier ordinaria bruja mala y loca. El espejo de hojalata estaba adornado con unas flores raras, muy curvadas y enroscadas sobre si mismas que simbolizaba a la serpiente del jardín del Edén, es decir, al maligno. Como buena bruja mala adoraba a Satanás y a sí misma sobre todas las cosas y lo que más odiaba y carcomía por dentro era el amor, para eso le servía el espejito, un espejo tan  "bonito". Le servía para destruir amores volviendo loca a la mujer y dando un éxito corto al hombre para su irle después en la más horrible de las miserías. Cuando la bruja, que se llamaba Karen Whisper, fue quemada en la hoguera también quemaron su casa con todos sus ungüentos, elixires y venenos, bolas de cristal, cucharas de palo, loro y demás bichos y utensilios de bruja. Sin embargo el espejito se salvó. A qué no sabes por qué? Te lo explicaré. Karen Whisper fue encontrada en un bosque a las doce en punto de la noche realizando un ritual satánico bajo la luna llena pero tardaron un tiempo en descubrir dónde vivía. Durante esas horas una pequeña traviesa entró en el hogar de la bruja y tan fantasiosa era que pensó que se hallaba en el interior de un cuento y no quiso marcharse de allí sin coger el espejo tan "bonito" que encontró  sin una pizca de polvo, en una de las estanterías  Esto fue en el año 1797 y aquella niña llamada Sharon Sky contaba con siete años. A la edad de diecinueve años dicen que se comprometió con un apuesto joven que trabajaba como granjero y era dueño fértiles terrenos donde cultivaba las cosechas que después vendía junto con los alimentos que obtenía de los animales  Se trataba de una familia muy bien avenida y querida en el condado. La señorita Sharon  sin embargo  era huérfana y se hallaba estudiando en un internado de monjas desde los siete años cuando unos cazadores la encontraron corriendo sola por los campos con algo entre las manos y al preguntarle dónde estaban sus padres, ella  que siempre había sido muy lista, sin saber por qué dijo la verdad y los cazadores decidieron llevarla a una inclusa que más tarde se convirtió en un internado de señoritas. Los cazadores pensaron que así le procurarían mejor vida. Sharon, cada día, estaba más guapa y se volvía, al mismo tiempo, un poquitín más estúpida. Durante todos esos años conservó el espejo, escondiéndolo en diferentes lugares para que ninguna niña se lo robara. A la edad de diecinueve años, como digo, el espejo ya no le parecía bonito sino hermoso, a pesar de ser de hojalata y no valer ni un real, no se sabe si por ser estúpida o demasiado fantasiosa. De todos modos, se trataba de un recuerdo de la infancia, y sin el nunca hubiera llegado al orfanato, quizá ni seguiría con vida.

El idilio entre Sharon Sky y John Bharton, que así se llamaba el joven granjero, marchaba viento en popa. Todos los viernes Sharon se ponía sus más preciosas galas y esperaba emocionada la hora de salida para verse con su amado. Solían pasar el fin de semana en la granja. Sharon reía a carcajadas cuando John en el corral, corría tras las gallinas y éstas huían cacareando de manera loca y estridente. En el establo Sharon se deleitaba acariciando los caballos y dando de comer a los enternecedores portillos. A veces, paseaban a caballo juntos por los sendos paisajes de veredas y en el lago se bañaba besándose y después secando sus cuerpos al sol que se estremecían entre arrumacos. Todos en el pueblo les conocían y apreciaban su amor y su próxima boda. John trabajaba duro lo que tenía su reconpensa. Contaba con buenas piezas de animales, hermosos y bien alimentados y excelentes frutas y hortalizas de sus cosechas por lo que era el favorito de los pocos mercados que se hallaban en el pueblo. A veces Sharon y John hablaban de qué harían con tal fortuna tras la boda. Ambos querían tener una casa y muchos hijos. Sin embargo, Sharon comenzó a tener un comportamiento extraño. Durante su estancia en el internado se la podía ver, a menudo, agarrada a los barrotes de una de las ventanas llorando desconsoladamente, chilaba a sus compañeras sin motivo aparente y en cierta ocasión estaba tan furiosa que tiró a la cara de una de las monjas un vaso de agua. Los fines de semana se mostraba distante con John, no quería besarle. John pensaba que se trataba de un comportamiento pasajero, quizá porque sentía temor ante su nueva vida con él. Pero el colmo y lo que alertó a John definitivamente fue cuando Sharon se dedicó a meter en el interior de una caja de cartón con agujeros diferentes bichos que encontró en el patio del internado y después volcó sobre la cama de él por lo que el dormitorio se llenó de bichos. Cuando él entró lo encontró lleno de bichos y Sharon sujetando la caja y riéndose. Cuando él le preguntaba si es que ya no le quería ella lloraba desconsoladamente sobre su hombro y le decía que sí pero que se encontraba siempre de muy mal humor, tenía alucinaciones terribles sobre el futuro y no podía dormir en las noches. John decidió llevarla a uno de los mejores médicos del condado que lo más suavemente que pudo le comentó a John que Sharon padecía una demencia crónica y degenerativa que tenía que ver con un mal funcionamiento de la pituitaria situada en el cerebro y que era necesario internarla urgentemente en un manicomio. Sharon, engañada, internó en el sanatorio. Sharon no comía, no dormía, no dejaba de llorar mirando a través de la ventana. Todos los días John iba a visitarla, solía llevarle ramos de flores e intentaba animarla pero Sharon no hablaba, solo lloraba y se levantaba a mirar tras la ventana lanzando a John, después, una mirada que éste sentía que era como si le clavaron un puñal en el corazón.

Aquel día, John salió cabizbajo y con las manos en los bolsillos del sanatorio. Unas incipientes lágrimas asomaron a sus ojos. Recorrido un trecho comenzó a llover. No le importó nada que la lluvia no amainara y un relámpago advirtiera de tormenta, tenía que ir a pie hasta la granja, tenía que idear un plan para sacar a Sharon de allí. "Sharon no tiene ninguna demencia" pensaba "sólo se trata de que se halla confundida". Cuando llegó a la granja ys tenía su plan. Se deshizo de su ropa empapada y se puso el pijama, prendió la leña de la chimenea e imaginó como rompería el cristal de la ventana donde Sharon siempre se hallaba llorando y la sacaría de allí entre las rejas que eran lo suficientemente anchas como para que el suspiro de cuerpo consumido por el sufrimiento de su amada cupiera entre ellas. Así lo hizo al siguiente día.
- Vamos! - Le dijo a Sharon tras romper el cristal - Sal entre las rejas!
Sharon no entendía nada pero lo hizo. Entonces él dijo:
- Corre!
Y de la mano ambos huyeron hasta llegar a la granja donde en un cobertizo John tenía preparado todo lo necesario como para permanecer escondidos el tiempo suficiente. Sharon empezó a llorar emocionada y le besó apasionadamente.
- No es necesario que nos caemos. - Dijo él - Compraremos una casa fuera del país y tendremos muchos hijos pero antes he de seguir trabajando duro para conseguir el dinero suficiente.
Sharon asintió con la cabeza.

Pasaron días, semanas, meses y no llovía en el pueblo  Ninguno de sus habitantes podía explicarse tal hecho. La sequía estaba arruinando las cosechas y con ello las ventas de John que retardada el momento en que el granjero reuniera la fortuna necesaria como para marcharse con su amada.
Pero un día en el cobertizo, Sharon le dijo:

- Voy a enseñarte un secreto. - De su bolsillo sacó... El espejito! Un flashazo se disparó en la mente de John y recordó la casa, su edad, lo que dijo el loro.... Todo muy deprisa. El contaba con trece años de edad y se había perdido en el bosque s altas horas de la noche. A lo lejos vio una luz y se acerco. Encontró una preciosa casa con la puerta abierta. Por dentro era aún más interesante y el chico no pudo evitar curiosear entre las estanterías donde encontró el espejo. Lo cogió y se miró en él, en ese momento escuchó un loro decir un maleficio a cerca de la relación sentimental que John tuviera en el futuro. El chico se asustó  dejó el espejo donde lo había encontrado y salió corriendo. John instintivamente hizo lo mismo que de niño. Arrebató el espejito de la mano de Sharon y salió corriendo. Ya, a solas, en un campo alejado del pueblo, le prendió fuego.

La boda entre Sharon y John se celebró a primeros de Mayo. Sharon se hallaba en perfectas condiciones mentales y pudo cumplir su sueño junto a su amado.
Lo que él nunca le contó es como había convertido el espejito en cenizas y que ambos habían sido víctimas de un conjuro de magia negra.

La niña ya se había quedado dormida. La madre le acarició
una de sus mejillas y después, sonriendo maliciosamente, metió el espejo en la mochila del colegio de su hija.

Diferentes amores

Qué tal dejarme de sentir como un árbol solo y desnudo en invierno? Qué tal si dejas de recordármelo pintado en el cuadro que veo cada vez que
me siento a cenar? Qué tal engordar unos cuantos kilos y cambiar mi depresión por un complejo? Qué tal si bebo aún más y me siento segura de mi misma al fin? En el momento en que me rechazaste fue en el momento en que toqué fondo, fue el momento en el que decidí dormir para no sentir tu afilada crueldad. Desperté en el momento en que tiré las navajas por el retrete y me encontré preciosa frente al espejo y desperté al encontrarme por fin y descubrir que soy un árbol de hoja caduca.

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Lo dice mi peinado, mi rostro tras la esquina justo por la que vas a pasar. Lo dicen mis oscuros ojos al difuminar se en claro río. Lo escriben las estrellas en la noche y lo llora el inmenso mar por eso baby, te digo, si tú también me quieres, ven y demuéstralo ya.... Y cuando mi sexo palpita al verte un ángel baja del cielo para pintar me los carrillos con colorete.




La niña de la fuente

Sedienta está la fuente
Niña
De ofrecerte su agua
Sedienta está la fuente
Niña salada de mar
De sentir
Tus labios cereza
Succionando del grifo
Sedienta está la fuente
Que su propio agua
No puede beber
Sedienta de ti
Y de verte correr
Por la plaza
El reloj de la iglesia
Que a las ocho en punto
Te ve desaparecer
Fuerte entonces la noche
En el grato verano
Y la fuente no quiere
Su agua ofrecer
Esperando la siguiente tarde
En qué la niña melancólica
Como la luna
De canto silencioso
Como el manto de la noche
En un invierno frío y largo
De sonrisa de sol
En verano
Contagiosa de alegría y ánimo
De sal en su caracter
Como mar que baña costas
De pescadores
Y paisajes de barcos
Así la quiere la fuente
A la niña que corre
Y sus cabellos
Se difuminan
Saltando como espirales
Con el viento
Así la quiere la fuente
Y así la quiere
El viejo
De sombrero de ala oscura
Que en su envidia
Por el amor supuesto
Pone el cartel de
"Agua no potable"
Como el epitafio
De un muerto
Ahora la niña llora
Y son sus lágrimas
Cada tarde
Las que dan de beber
A la sedienta fuente
Ahora la niña
También quiere morir
Y bebe de la supuesta
Agua peligrosa
Succionando
Con sus labios cereza
Del grifo
Ahora las fuente
Ha resucitado
Y la niña está feliz
Y sana
Mientras el ala del sombrero
Del viejo
Se pierde en las sombras
Porque los verdaderos amores
Nunca se rompen
Al menos
Si es de una niña
Y de una fuente
De quien se trata


El secreto de la sirena

Había una vez, una chica muy, muy guapa en un pueblo del norte de casitas de fachadas de diferentes colores llenas de hortensias, jazmines, tulipanes y rosas en sus enormes balcones enrejados de negro. Cerca se hallaba la playa llamada "El secreto de la sirena" que rodeaba en semicírculo la casita azul de Mireya frente al paseo de baldosas amarillas donde bañistas, turistas y gente del pueblo podía admirar la bella escultura de la sirena que daba nombre a la playa cuya leyenda cuenta que con sus cantos dormía a los bebés en la noche si sus padres no eran capaces de hacerlo. Por eso, en el pueblo de Mireya, no es extraño para los pueblerinos escuchar esos bellos cánticos que provienen de la vieja sirena  esculpida en el paseo de baldosas amarillas y vivita y coleando con su preciosa cola brillante muy, muy, muy por debajo del mar. Volviendo a la protagonista de este cuento diremos que esta moza tan, tan guapa que se llamaba Mireya y tenía una dulce voz, como joven y bella eran muchos los pretendientes que la rondaban en el pueblo. El de la casa roja, un joven esbelto de largo cabello rizado, el de la casa naranja, un hombre de barbas largas y sin un pelo de tonto en la cabeza... y muchos más pero quien realmente estaba enamorado de ella se llamaba Mario y era un pescador también joven y muy guapo. Con la piel curtida por el Sol y las manos lo suficientemente grandes como para abarcar cada pecho de ella. En el pueblo, las chicas de su edad solían decir de Mireya : "sí, sí. Muy guapa pero tonta". Mireya, al pasar, las miraba con compasión por el rabillo del ojo mientras una de las comisuras de sus labios se torcía hacia un lado y aceleraba sus pasos sin decir nada porque estaba harta de verlas en corrillo murmurar a cerca de ella siempre lo mismo.

Cuando la chica alcanzó la mayoría de edad el padre quiso casarla con uno de los hombres más ricos del pueblo llamado Igor. Igor era un hombre de sesenta años, gordo, bajito y calvo y de nariz colorada siempre por el vino con el que se acompañaba cada desayuno, almuerzo y cena. Igor poseía una docena de tierras y veinticinco casas distribuidas por todo el país, en el norte y en el sur. El padre de Mireya quería casarla con aquel buen partido y como también creía que era tonta y caprichosa pensó que no pondría ninguna pega y la vida de su pobre necia Mireya estaría solucionada. Cuando Igor, llamado por el padre, se presentó en la casa de ella a pedir su mano, Mireya dijo "quiero que venga Mario, el pescador. Elegiré entre los dos". "De qué manera elegirás, hija mía?" Preguntó el padre sorprendido. "No sé" dijo ella "De la manera más tonta". El padre no pudo más que reírse y satisfacer el deseo caprichoso de su hija porque, como buen padre, la quería aunque fuera tonta.

Ambos hombres se presentaron en la casa de la joven. Mario, el pescador, enamorado y algo confundido. "Bien" empezó Mireya "pensaré un número del uno al diez quien lo acierte será con quien me cansé". Igor dijo el cinco a lo que ella negó con la cabeza. Llegó el turno de Mario que se puso tan nervioso que también dijo el cinco. "Bingo! " Exclamó Mireya "Has acertado" y le besó "Contigo me casaré". "Pero yo he dicho el mismo número y antes que él" Se quejó Igor  "Cuando te pregunté a ti" Explicó Mireya "estaba pensando en otro número, cuando pregunté a Mario estaba pensando en el cinco". Cuando pasaron cinco años Mireya y Mario ya tenían cinco hijos y seguían enamorados como el primer día. Las dulces canciones que Mireya cantaba cada noche les dormía en un profundo y grato sueño. Porque, aunque en el pueblo siempre se dijo que Mireya era tonta, ella sabía muy bien cual era el secreto de la sirena. Y colorín colorado como la nariz de Igor este cuento se ha acabado, y brindaron sin vino los enamorados.

miércoles, 20 de junio de 2018

Mi habitación, mi mundo









Deshonra más allá de la media noche 
Mi dignidad persigue mi rastro
Sin embargo
No quiero mirar atrás 
Tus hojas ya lloran recién amanecido mi querido sauce llorón 
Pero sí me vuelvo
Para ver tu sombra
Y comprobar si puedo fiarme
Cuando me acompañas
Al caminar
En este fracaso
Por el que no hay manera 
De tomar un atajo
Para llegar a un cierto éxito 
Sólo aceptar mi pobreza
Y seguir siendo bella y amable
Te tengo y no te tengo
Un rato de noche
Un  rato de día 
Te busco
Y te has escondido
Y chocamos 
Como en la feria
Los coches
Y eso que voy sola
Y eso que creo
Que voy sola
Solo aceptar que estoy enferma
Y seguir siendo bella y amable
Y no es por ganarme el cielo
Ni el pan de cada día 
Es solo
Otra manera de ser
Y todo lo digo 
En silencio
Se lo digo
A él


Y me miro en el espejo y nunca soy la que debería ser. Mientras la noria sigue dando vueltas y nunca se para, para que él pueda bajar a verme un rato. Me adormece enseguida, por fin, otra vez, y al día siguiente, no sé qué ropa ponerme porque ninguna es mía en realidad, porque es la misma música otra vez, la de esa cajista de música que rompí contra la pared dejando coja a la bailarina blanca y la afilada luz de la Luna, como un cuchillo amenazante en la garganta, de retretes de Malas añadir, como el humo que se pierde de chimeneas y ancianos indecentes, como el prado roto por una mirada por debajo de mi falda mientras mantengo mis piernas cruzadas y sentada con la falda que me ha tejido mi abuela coloreando unos dibujos que ya no recuerdo de dónde he sacado. La luz afilada de esa navaja, luz de Luna, al fin y al cabo, tan romántica y en fin que me hace llorar, que me hace reír, que me hace llorar sangre por ti y por mi, contigo o sin ti que aunque te hayes lejos ni una bala en la garganta podría atravesarla ni hacerme morir y es que, niño bobo, aún a tu pobre edad, no has acertado a saber todo lo que yo sé. Pero no es lástima lo que siento por ti, solo te pido que me dejes un trozo de tu barra de pan fantasiosa que me deje llorar en tu hombro mientras, al final, la devora tú sin dejar ni rastro, como se recoge a conciencia las sangre de un asesinato. Y ni contigo ni sin ti, y por ti y por mi. Y ya se me ha vuelto a hacer tarde con la trampa del reloj que da a destiempo la hora porque aún me hallo en pijama dormían dos, soñando medio despierta lo que nunca sucedió y tú puerco puñeteros me pones a todo volumen el despertador cuando lo que más deseo es permanecer dormida, adormecer me otra vez y soñar, soñar contigo. Pero he de levantarme, con mi par de piernas, con mi par de dos y con el par de dedos que aún me quedan de frente. Como él para también ... de dados que no quieren bailar sobre el tablero aunque saben que saldrá el número más alto y miro unos vaqueros que no me valen y aún así he de ponerme y elegí esos vaqueros para con el que se convirtieron en migas de pan para las palomas en la inmensa escalera de la Plaza Mayor esquina con la catedral llena de viejas negras, en tan inusual mundo, que se aferran a no soltar, ilesas ante el luto de su ser querido, ilesas ante la condena de, en vida, no poder recuperar, tan acostumbradas a su esperanza, de limitarse a no pisar más allá. Y aún así rezan por soltar para también volar ellas, sucumbir, volar y deshacerse de sus mantas negras, quitarse el nombre de viudas y a sus maridos de nuevo besar bajo la cruz del crucificado que rompió sus clavos como le rompieron las alas a Satanás y querer y besar y sentir y volver a leer los libros prohibidos que Él no nos dejó ni tocar y levantar mi falda feliz frente a los bombones que se aferran a mis rejas suplicándome que les deje salir. Si has caído, baby, busca la calle de la amargura es la mejor opción para morir en vida. Y las viejas negras se aferran a sus rosarios arrugado el rostro y su mutismo solo salen suspiros que enoja hasta su la virgen pues han de resignarse y si acaso remendar con sus costuras las alas de Satanás, allá donde se hayes, como también en algún lugar se halle el mal. Y se aferran a ese recuerdo y no lo quieren soltar, camino de la Catedral por la arena sinuosa, que, con un poco de suerte, nos abra las puertas al mar. El cuchillo blanco está en lo más alto, en esta noche dichosa de alhelíes y jazmines. Almohadas de nuestro sueño donde el equivalente es intermediar para así dar la excusa perfecta a esta pasión primeriza y tardía. Y no digas que es cosa de los ángeles, que la mejor cita a ciegas sería con uno de ellos para así jamás saber quién es  

Besar un crepúsculo y hacerse invisible con el viento. Bienvenido sea el café de este corto instante, de este bello momento. Así tan natural, como recién nacida. Así, tan natural y tan ingenua,te quiero. Como el primer momento, como nuestro momento  Natural e ingenuo, como el instante de un café a tiempo con tiempo, como nuestro momento. Besar un crepúsculo y hacerse invisible con el viento, en cualquier momento, en el momento en el que te conocí  Y si andas despistado creo que ya te he dado pistas suficientes. En mi subconsciente  En mi cabeza. En mi pobre cabeza  En el momento en que te conocí, pequeño, en ese precioso y preciso instante toqué fondo. Como la niña más descuidada que no se ríe ante una carantoñas solo para aparentar que es dura, con pantalones de cuero y una guitarra? No los borres de mis sueños, pero si ya los llevo por naturaleza, y así, con esta cara de niña malcriado, y así, no me queda más remedio que vivir. No hace falta un regalo sino valer para desenvolverlo  Que te quiero y no te enteras porque dices que no eres tú la del espejo. Que te envidia hasta la que lleva diamantes y collares de oro y me cuentas que esa misma eres tú si no tuvieras que mirarte en el espejo. Que no te quieres, que la vida solo es un trapo viejo con el que recoger porquería y más porquería y que no te importa que tu vida se convierta ya en eso. 

El perro salió corriendo tras el hueso que tiraste sin dudarlo un momento  en ese preciso momento rezó un Padre Nuestro, no fuera a ser que un terremoto terminará con lo que queda de lo nuestro. Pero es que todos los niños te sonríen y tú, para colmo de mis males, das más comba a tu vestido de vuelo. Ti nea tal aspecto de ángel que me cuesta pensar que seas un demonio. El tráfico  en la noche, es la playa de un lugar paradisíaco y no neumáticos rozando el asfalto. El camión de la basura tildado por ese maullar de un gato es tu cena de todas las noches, nena, tras la que consultas en tu móvil que temperatura hará mañana no vaya a ser que la contestación de Mario te haga ir en tirantes a dos grados bajo cero y si solo ves silencio, prefieres escuchar el filo de la Luna y vuelves a adormecer te esperando un mañana en el que no sabrás ya de qué disfrazar te porque nunca eres tú en el espejo. 



domingo, 17 de junio de 2018



Me encanta el chocolate y me encanta el invierno porque así no se derrite aunque no me gusta el invierno prefiero el verano porque es cuando proliferan como setas los kioskos de helados de chocolate.

Firmado por: Alma dulce de bizcochos de chocolate





Una y tarde para creer en los molinos de viento. 

Lo que nunca me atreví a decirte cara al Sol


Todos los que se fijaban en tu sombra te admiraban y tú no sabías por qué. Siempre caminabas cara al Sol con tu sombra persiguiéndote, a cada paso, doblando cada esquina, haciendo equilibrismos sobre los raíles del tren. Pero un día, caminando, como siempre cara al Sol, te diste cuenta que te habías equivocado de camino, entonces te diste la vuelta y por primera vez viste tu sombra y anodada observas te ondeando sobre el asfalto una enorme estrella. 




Y sueño con estar despierta 
Porque la vigilia me duerme 

Mariposa gris


Y se convirtió en una persona más. En una persona como todas las demás. Como una mariposa que pierde sus maravillosos colores y se torna gris y sin saber cómo se encuentra posada en una rama observando un Sol que antes podía alcanzar o, al menos, intentarlo. Un simple espectador, como tantos, como casi todos. La hormiga que cada día hace el mismo recorrido, coge la comida y vuelve al hormiguero y monótona mente, como un turno de noche en la fábrica de cualquier polígono industrial a las afueras de la ciudad, vuelve a hacer el mismo recorrido,  coge la comida y vuelve al hormiguero, quizá, con un poco de suerte surja alguna novedad  como contarle a su vecina hormiga,  por el camino, algunas de sus miserias. Mi amigo perdió sus maravillosos colores y se convirtió en un espectador más, como tantos, como casi todos. Como la mariposa a gris que se posó en la rama de un árbol un Otoño tras un Invierno, una Primavera tras un Verano. Y vio la danza de la hojarasca deslizarse al arrullo del viento, y vio la nieve silenciosa cubrir todo el paisaje del color de los hospitales y los ángeles y vio brotar las flores en los árboles como por arte de magia, después los jugosos frutos.... Y su semblante permaneció inalterable, ni una sonrisa, ni mucho menos una lágrima. Mi amigo se había convertido en un espectador más, como tantos, como casi todos... y lo peor : lo había aceptado.

El día de mi cumpleaños



Hola a todos !!! . Me alegro mucho por estar otra vez con vosotros. Tengo muchas historias que contaros.

Empieza la aventura !!!!! 

- Es usted muy guapa - Soltó el hombre del asiento de enfrente  así, como si nada, sin sonrojarse siquiera. Yo tampoco me sonrojé, en su lugar, es océano una ligera y superficial sonrisa como pintada por un rotulador rojo.

- A los veinte debió arrancar in auténtico bombón - Se atrevió a añadir.

Por un momento, un repentino deseo formuló un pensamiento en mi mente "nunca es tarde " peer ro se desvaneció rápidamente, como una estrella fugaz  Me encogí de hombros y decidí seguirle el juego el tiempo que tardara el tren en llegar a mi parada. Mi decisión seguía en pie. Ya no había vuelta de hoja.

- Me pregunto - Continuó él - Qué deseaba usted a los veinte años  Parece inteligente, seguro que consiguió lo que quería.

- Sí, lo conseguí - Le dije mientras observaba las uñas pintadas de azul de mis pies asomando por la abertura delantera de mis zapatos y moviendo los dedos ligeramente  Me resultaba un hombre atractivo "Por qué no hablar con él?" Me dije "Me entretendrá el resto del camino" " Al fin y al cabo es lo que he hecho toda mi vida :entretenerme" Pensé.

- A los veinte tenía muy claro lo que deseaba - Le dije.

- Sabía que es usted una mujer inteligente  esos ojillos brillantes y seguros le delatan

Me reí irónicamente.

- Y qué deseaba usted a los veinte?

- Tener un hijo  ser escritora y encontrar un hombre que me amara de verdad.

- No son deseos muy comunes para una chica de esa edad - Dijo él acariciándose la barbilla.

- No, pero lo conseguí - Y me reí, esa vez con toda mi sinceridad y franqueza  - Además tenía muy claro como quería que fuera ese hombre  - Continué

- Cómo? - Preguntó él.

- Mayor que yo, muy culto y vivido  soñador y un poco loco.

- No es fácil conseguir un hombre así para una chica tan joven.

- No, Pero lo conseguí - Esta vez me reí a carcajadas.

- Y seguramente también consiguió todo lo demás - Dijo él.

- Tengo un hijo y he publicado algunos libros pero no soy famosa.

- Vaya, vaya... - Musitó él, como para sí mismo
- Es increíble... - Susurraba - Bueno - Dijo de pronto alegremente como saliendo de una empañosa sombra y volviendo a una grata realidad - Yo también soy mayor que usted, soy un hombre culto y vivido  soñador y un poco loco.

Un tímido deseo se despertó en mi " Nunca es tarde" Pensé, pero ya estaba decidido.

- Me está tomando el pelo? - Me asombraba de mi misma al ofrecerme una oportunidad más

- Por supuesto que no.

- Gracias, pero no puedo. - Dije por fin.

- Claro, debe ser usted muy feliz en su casa  con su marido y su hijo

- En realidad, no - Le dije sin importarme nada confesar por última vez mi realidad actual. - A mi hijo apenas le veo, ya es adulto y hace su vida. Mi marido me dejó, yo contraje una grave enfermedad mental y mi familia me internó en un manicomio. Llevo cinco años viviendo en ese lugar y hoy es mi cumpleaños. Cumplo treinta y ocho años y tengo derecho a pedir un deseo.

- Me está usted tomando el pelo? - Me preguntó confundido.

- Por supuesto que no - Respondí - Voy a celebrarlo en un hotel  Ya lo tengo todo preparado. Mire - Dije señalando la maleta que había colocado en el asiento contiguo - Ahí  entre otras cosas, llevo el dinero justo para esta noche  la tarta y las velas.

- Pero... pero... - Unas incipientes gotas de sudor serpentearon por su frente surcando las líneas que su ceño fruncido hizo reflejar aportándole entonces un aspecto más avejentado. La verdad es que no me preocupó en absoluto. "Nunca es demasiado tarde?" Me burlé de mi misma. "Es tarde para cambiar de opinión " Pensé.

- Pero  qué va a hacer mañana si no tiene dinero   Y... y... la... la policía. La estarán buscando.

- Eso ya no tiene importancia. A los veinte años ya estaba loca. Tengo derecho a pedir un deseo diferente por mi cumpleaños.

- Y lo conseguirá? - Preguntó con desesperación.

- No es fácil para una mujer de treinta y ocho años, pero puede estar seguro de que lo conseguiré.

Continuamos el trayecto el uno sentado enfrente del otro, sin mediar palabra  cruzando alguna mirada, sin saber qué hacer  Cuando llegó mi parada le dije :

- Aquí me bajo. Me ha gustado conocerle.

- Espere! - Dijo él - Yo también me apeo aquí 

Me ayudó con la maleta con gesto muy preocupado, por un momento temí que llamara a una ambulancia pero en lugar de eso su semblante cambió repentinamente y frente a mi me miró con los ojos más francos y transparentes que he visto en mi vida. Me estrechó la mano y dijo rotundo :

- Felicidades.