domingo, 17 de junio de 2018

El día de mi cumpleaños



Hola a todos !!! . Me alegro mucho por estar otra vez con vosotros. Tengo muchas historias que contaros.

Empieza la aventura !!!!! 

- Es usted muy guapa - Soltó el hombre del asiento de enfrente  así, como si nada, sin sonrojarse siquiera. Yo tampoco me sonrojé, en su lugar, es océano una ligera y superficial sonrisa como pintada por un rotulador rojo.

- A los veinte debió arrancar in auténtico bombón - Se atrevió a añadir.

Por un momento, un repentino deseo formuló un pensamiento en mi mente "nunca es tarde " peer ro se desvaneció rápidamente, como una estrella fugaz  Me encogí de hombros y decidí seguirle el juego el tiempo que tardara el tren en llegar a mi parada. Mi decisión seguía en pie. Ya no había vuelta de hoja.

- Me pregunto - Continuó él - Qué deseaba usted a los veinte años  Parece inteligente, seguro que consiguió lo que quería.

- Sí, lo conseguí - Le dije mientras observaba las uñas pintadas de azul de mis pies asomando por la abertura delantera de mis zapatos y moviendo los dedos ligeramente  Me resultaba un hombre atractivo "Por qué no hablar con él?" Me dije "Me entretendrá el resto del camino" " Al fin y al cabo es lo que he hecho toda mi vida :entretenerme" Pensé.

- A los veinte tenía muy claro lo que deseaba - Le dije.

- Sabía que es usted una mujer inteligente  esos ojillos brillantes y seguros le delatan

Me reí irónicamente.

- Y qué deseaba usted a los veinte?

- Tener un hijo  ser escritora y encontrar un hombre que me amara de verdad.

- No son deseos muy comunes para una chica de esa edad - Dijo él acariciándose la barbilla.

- No, pero lo conseguí - Y me reí, esa vez con toda mi sinceridad y franqueza  - Además tenía muy claro como quería que fuera ese hombre  - Continué

- Cómo? - Preguntó él.

- Mayor que yo, muy culto y vivido  soñador y un poco loco.

- No es fácil conseguir un hombre así para una chica tan joven.

- No, Pero lo conseguí - Esta vez me reí a carcajadas.

- Y seguramente también consiguió todo lo demás - Dijo él.

- Tengo un hijo y he publicado algunos libros pero no soy famosa.

- Vaya, vaya... - Musitó él, como para sí mismo
- Es increíble... - Susurraba - Bueno - Dijo de pronto alegremente como saliendo de una empañosa sombra y volviendo a una grata realidad - Yo también soy mayor que usted, soy un hombre culto y vivido  soñador y un poco loco.

Un tímido deseo se despertó en mi " Nunca es tarde" Pensé, pero ya estaba decidido.

- Me está tomando el pelo? - Me asombraba de mi misma al ofrecerme una oportunidad más

- Por supuesto que no.

- Gracias, pero no puedo. - Dije por fin.

- Claro, debe ser usted muy feliz en su casa  con su marido y su hijo

- En realidad, no - Le dije sin importarme nada confesar por última vez mi realidad actual. - A mi hijo apenas le veo, ya es adulto y hace su vida. Mi marido me dejó, yo contraje una grave enfermedad mental y mi familia me internó en un manicomio. Llevo cinco años viviendo en ese lugar y hoy es mi cumpleaños. Cumplo treinta y ocho años y tengo derecho a pedir un deseo.

- Me está usted tomando el pelo? - Me preguntó confundido.

- Por supuesto que no - Respondí - Voy a celebrarlo en un hotel  Ya lo tengo todo preparado. Mire - Dije señalando la maleta que había colocado en el asiento contiguo - Ahí  entre otras cosas, llevo el dinero justo para esta noche  la tarta y las velas.

- Pero... pero... - Unas incipientes gotas de sudor serpentearon por su frente surcando las líneas que su ceño fruncido hizo reflejar aportándole entonces un aspecto más avejentado. La verdad es que no me preocupó en absoluto. "Nunca es demasiado tarde?" Me burlé de mi misma. "Es tarde para cambiar de opinión " Pensé.

- Pero  qué va a hacer mañana si no tiene dinero   Y... y... la... la policía. La estarán buscando.

- Eso ya no tiene importancia. A los veinte años ya estaba loca. Tengo derecho a pedir un deseo diferente por mi cumpleaños.

- Y lo conseguirá? - Preguntó con desesperación.

- No es fácil para una mujer de treinta y ocho años, pero puede estar seguro de que lo conseguiré.

Continuamos el trayecto el uno sentado enfrente del otro, sin mediar palabra  cruzando alguna mirada, sin saber qué hacer  Cuando llegó mi parada le dije :

- Aquí me bajo. Me ha gustado conocerle.

- Espere! - Dijo él - Yo también me apeo aquí 

Me ayudó con la maleta con gesto muy preocupado, por un momento temí que llamara a una ambulancia pero en lugar de eso su semblante cambió repentinamente y frente a mi me miró con los ojos más francos y transparentes que he visto en mi vida. Me estrechó la mano y dijo rotundo :

- Felicidades.




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