sábado, 5 de abril de 2014

Las caracolas cuentan

Quizá tu infancia también fue así. Aún con todo: SONRÍE

No sé por qué lloro
No sé por qué
Sigo llorando
No sé si es que el llanto
Me quiere decir algo
No sé si arrancar una flor
Y acercármela al corazón
Tampoco sé
Si salir de madrugada
A ver si encuentro una opción
No sé si comprarme un perro
Al que contar mis secretos
O perseguir a los gatos
Tirarles un zapato
Hasta que se escondan
Bajo un coche
Antes de la noche
No sé si arrojar una tiza
A ese niño
Que se ríe de mi desgracia
O esperar
A que él sea desgraciado
Y reírme yo
Nunca utilizo perfume
Ni tacón
Y mi pelo
No crece hacia abajo
Como si quisiera
Tocar el cielo
Sin necesidad de escaleras
De hilo
Que solo sirven
En los sueños
Y los sueños
No solo son sueños
A veces
Tocan mi realidad
Y me pellizco
Me asusto
Pero no desisto
Como las margaritas
A pobres niñas
Desoladas
Pena en el alma
Y aunque
A veces
Parezca tonta
No lo soy
Solo algo ajeno
Algo que no creo
No,
No es un castigo
Algo que quizá
De miedo
Aunque el bello
No se erice
Aunque la lluvia
Escriba mi destino
En el cristal
Y yo,
Despistada
Me tome
Otra taza de café
Y mire mis manos
En la penumbra
De una habitación destartalada
Es fácil equivocarse
Cuando el laberinto
Esconde
Demasiado bien
La salida
Cuando no llegas
A leer
En esa mirada
Ni entre lineas
Cuando te leen un poema
¿Y qué harán
Con los míos?
Tal vez
Los echen al mar
Pero las olas
Los llevarán
Hasta la orilla
Y las caracolas
Los leerán
Por eso
Cuando los niños
O los románticos
Quieran escuchar
A través de ellas
Escucharán mis poemas
Y,
Ojalá sonrían
Y,
Ojalá a la caída del Sol
Cuando las estrellas
Se asomen
A las ventanas
Del cielo
Sueñen
Porque los sueños
Y los recuerdos
También dicen
La verdad

Sonrisa florida


Había una vez
Sonríe
Una señorita
Que andaba
Como si tuviera
Música en la cabeza
O como
Si estuviera embriagada
De amor
Y dulces cerezas
Caminaba por el barrio
Como quien lleva el diablo
Y no se sabía
Muy bien qué hacía
A qué se dedicaba
Ni por qué
A veces cantaba
Pero siempre sonreía
Y,

A veces pedía
Al sol
A la noche
Al día
Aquel hombre taciturno
Siempre estaba de turno
En la tienda-casita
Que olía a margaritas
Y le decía
"¡Pareces un diamante!"
Cuando la veía radiante
Y cuando estaba un poco pocha
Ella le confesaba
"Es que, hoy no ha ido
Muy bien la cosa"
Ella sabía bien poco
Ingenua y cristalina
Como en las fiestas
Las serpentinas
Y todo el pueblo
Se preguntaba
- Pero...
¿De dónde demonios habrá salido
Este alma descarriada?-