sábado, 21 de enero de 2012

El niño amante de la Naturaleza


Sonríe


Había dos hermanos en el parque. Uno tenía siete años y el otro cinco. El pequeño correteaba alrededor de unas margaritas mientras el mayor se entretenía observándole. Algo distrajo al niño de siete años por lo que descuidó a su hermano pequeño un momento. Justo en ese instante el pequeño se cayó sin apoyar las manos y se partió el labio, tan fuerte fue el golpe. Enseguida empezó a sangrar manchando, sin querer, una de las margaritas junto a las cuales jugaba. Entonces el mayor, volviendo la vista hacia donde estaba su hermano vio el pétalo de la margarita con la mancha de sangre. Se apresuró a sacar un papelito de su bolsillo para curar a la flor que creía herida. Entonces el hermano le indicó con el dedo su labio y con su lengüecilla de trapo le explicó que era él el que sangraba a lo que el hermano mayor respondió aliviado: "Ah, qué susto"

jueves, 19 de enero de 2012

Esas píldoras que me dan

Me levanto por la mañana, con las legañas pegadas a los ojos pero fresco como una rosa. Desayuno y me tomo la pastilla de la felicidad, la quitamiedos y la de los días serenos. Luego te veo, todavía dormida con esa carita de ángel malo que aviva mis recuerdos. De cuando bajo un sol radiante, al pie de un rosal en un jardín recién regado, húmedo y oloroso intercambiábamos nuestras salivas. La tuya dulce,  un panal, alimento para mi corazón amargo y la mía como sopa recién hecha, caliente con miles de palabras repetidas y entrecomilladas. Te quiero, te amo, eres toda mi vida, jamás te olvidaré. Y así, junto a ti, me voy quedando dormido. Te beso el cuello, te cojo por la cintura. Tu no te enteras aunque sueltas un leve gemidito y después una especie de ronquido tibio y dulce como el de un pajarillo. Me duermo, en tus brazos. Ni el dormir de un niño acunado por las nanas amorosas de su madre puede ser más amable. Me levanto. Otro día. Con las legañas pegadas a los ojos pero fresco como una rosa. Desayuno y después me tomo la pastilla de la felicidad, la quitamiedos y la de un día tranquilo. Después te veo, en la cama, dormida aún con esa carita de ángel malo que me trae tantos recuerdos. Me acuesto a tu lado, tu calor me envuelve y me transporta a un sueño donde los erizos son de algodón y  las únicas armas son palabras comprensivas. Me voy quedando dormido, junto a ti. Te despiertas. Me ves dormido. Sonríes. Y me dejas ahí, sobre la cama. Descansar. Soy feliz, no tengo miedo, estoy tranquilo.

miércoles, 18 de enero de 2012

Sí, digo "te amo"

Bésame
He esperado mucho para escribirte este poema
Tenía que fregar los cacharros
Y hacer la cena
Luego el boli no me escribía
Y las palabras se agolpaban
Empujando mi corazón
Estoy enferma de amor
Lloro tu ausencia
Y celebro tus besos
Solo quería decirte eso
Que te amo
Te amo mucho
Tuvimos un hijo
Y mi amor no se agota
Soy la fuente del parque
Que sobrevive
Y mana agua
Que te doy
Que os doy
Me abro camino entre las nubes
Y te encuentro
Nos hemos ganado el cielo
Tú dejaste de amarme
Y me duele
Me duele tanto
Pero sigues a mi lado
Para recordarme
Que un buen día
En contré unos labios dulces
Y un corazón amargo
Soy una pobre loca
Que nunca dejará de amarte
Y me duele
Me duele tanto...

domingo, 15 de enero de 2012

La tienda de animales

Sonrie
Podrían haberme llamado “Gato barato” porque no valgo mucho. Soy un gato cansado, viejo, vencido, común. No tengo nada de especial por eso mi precio es bajo. En lugar de eso me llaman “Gato garabato” porque encima tengo un pequeño tic en mi pata derecha y la muevo mucho rozando el suelo, cuando me pongo nervioso. La dueña de la tienda, Dña. Clotilde, me puso ese mote o nombre o lo que se quiera porque decía que dibujaba garabatos sobre el suelo de mi jaula. Hasta una vez me hicieron firmar en un papel poniéndome un lápiz gastado en mi pezuña. Todo para hacer reír a los niños de Dña. Clotilde porque ella necesita de esas risas para sentir que la vida no gira en el sentido equivocado. Quizá me halla puesto algo poético pero es así, Dña. Clotilde es sensible, hipersensible y le encantan los animales y los niños.

Llevo mucho tiempo en esta tienda y nadie me compra. He tenido muchos compañeros. Algunos gatos y otros animales y he ido viendo como se los iban llevando y yo me quedaba aquí, tan viejo...  creo que moriré en esta tienda y Dña. Clotilde llorará, por supuesto.

Pero de quien os quiero hablar es de mi mejor amiga. Es una oca, pero una oca muy especial, no es una oca cualquiera. Es “Oca la loca”. La trajeron de una granja. Allí nadie la quería, ni siquiera sus otras compañeras ocas. Los cerdos la despreciaban. Los caballos la aborrecían. Las vacas se asustaban de ella cuando la veían aparecer y todo ¿por qué? Pues porque “Oca la loca” está loca y los animales de la granja no la podían ni ver.

“Oca la loca” lleva tres sombreros (uno encima de otro), dos camisetas y una falda rota. También lleva un bolso enorme con asas en el que no guarda nada y un zapato de tacón y otro plano. “Oca la loca” está loca porque nunca se ríe, llora cuando pela pepinos y cuando se cae nunca se hace heridas. A veces llora, otras se pone muy enfadada, otras se asusta, a veces le entra melancolía pero nunca se ríe. Tal vez sea porque en la granja nadie la quería. Pero ella es mi mejor amiga. Desde que llegó a la tienda me siento más cómodo.

Cuando la trajeron aquí la quitaron los sombreros y los vestidos, los zapatos y el bolso y así parecía menos loca. Pero cuando llora, cuando se enfada, cuando se asusta, cuando le entra melancolía todos nos damos cuenta de que está loca porque no tiene mesura y nunca está estable. Pero aquí es diferente a la granja. Aquí la queremos.

Como ya he dicho antes es mi mejor amiga y ya lleva también mucho tiempo en la tienda. Hasta que alguien la compre por impulso, sin esperar mucho, antes de darse cuenta de lo desequilibrada que está.

“Oca la loca” me cuenta sus sueños. Ella me habla de su ángel de la guarda. El que la lleva a volar un ratito por las noches, antes de quedarse dormida.

Dice que le gustaría darse cuenta de que un bolso vacío no vale para nada y de que no se puede andar con un zapato de tacón y otro bajo o que en la cabeza solo se lleva un sombrero. Y decir ¿para qué quiero yo esto? O ¿porque me pongo yo lo otro? Pero en la granja siempre iba así y es que no lo puede evitar. “Oca la loca” no es más que eso: una pobre oca loca.

Un día se enfadó con su ángel de la guarda porque no la quiso llevar a volar. Su ángel estaba molesto con ella porque “Pata barata” había comprado un caldo de setas en la tienda de “Oso gracioso”, el más económico de la granja. Aquel día invitó a comer a todos los animales y a “Oca la loca” le dio aquel caldo. Todos los demás animales comieron sopa de ajo y tarta de ciruelas pero como oca no estaba invitada y llego la última, cojeando y descompuesta, pues “Pata barata” no tuvo más remedio que acogerla...  le dio apuro decirla que allí no era bienvenida y le dio el caldo de setas. A oca le sentó mal, le dio un cólico de gases y se enfadó mucho con “Pata barata”, tanto que la llamó “asesina de ocas”.  Su ángel, entonces, se sintió muy molesto pues “Pata barata” solo había intentado ser amable con la pobre oca. Por eso aquella noche no la llevó a volar.

“Oca la loca”, como está loca de remate, se puso muy nerviosa, le dio uno de sus arrebatos y se subió al tejado de su casa con el bolso enorme. Lo cogió de las asas poniéndoselo encima de la cabeza, lo abrió y salto y así voló ella sola.

Pero su ángel de la guarda la sigue visitando, ya se le pasó el enfado.

Aquí todos la queremos porque es especial y no la llamamos “oca la loca” la llamamos “oca la poca” y no porque sea poca sino todo lo contrario; porque “oca la loca” es mucha oca.