domingo, 15 de enero de 2012

La tienda de animales

Sonrie
Podrían haberme llamado “Gato barato” porque no valgo mucho. Soy un gato cansado, viejo, vencido, común. No tengo nada de especial por eso mi precio es bajo. En lugar de eso me llaman “Gato garabato” porque encima tengo un pequeño tic en mi pata derecha y la muevo mucho rozando el suelo, cuando me pongo nervioso. La dueña de la tienda, Dña. Clotilde, me puso ese mote o nombre o lo que se quiera porque decía que dibujaba garabatos sobre el suelo de mi jaula. Hasta una vez me hicieron firmar en un papel poniéndome un lápiz gastado en mi pezuña. Todo para hacer reír a los niños de Dña. Clotilde porque ella necesita de esas risas para sentir que la vida no gira en el sentido equivocado. Quizá me halla puesto algo poético pero es así, Dña. Clotilde es sensible, hipersensible y le encantan los animales y los niños.

Llevo mucho tiempo en esta tienda y nadie me compra. He tenido muchos compañeros. Algunos gatos y otros animales y he ido viendo como se los iban llevando y yo me quedaba aquí, tan viejo...  creo que moriré en esta tienda y Dña. Clotilde llorará, por supuesto.

Pero de quien os quiero hablar es de mi mejor amiga. Es una oca, pero una oca muy especial, no es una oca cualquiera. Es “Oca la loca”. La trajeron de una granja. Allí nadie la quería, ni siquiera sus otras compañeras ocas. Los cerdos la despreciaban. Los caballos la aborrecían. Las vacas se asustaban de ella cuando la veían aparecer y todo ¿por qué? Pues porque “Oca la loca” está loca y los animales de la granja no la podían ni ver.

“Oca la loca” lleva tres sombreros (uno encima de otro), dos camisetas y una falda rota. También lleva un bolso enorme con asas en el que no guarda nada y un zapato de tacón y otro plano. “Oca la loca” está loca porque nunca se ríe, llora cuando pela pepinos y cuando se cae nunca se hace heridas. A veces llora, otras se pone muy enfadada, otras se asusta, a veces le entra melancolía pero nunca se ríe. Tal vez sea porque en la granja nadie la quería. Pero ella es mi mejor amiga. Desde que llegó a la tienda me siento más cómodo.

Cuando la trajeron aquí la quitaron los sombreros y los vestidos, los zapatos y el bolso y así parecía menos loca. Pero cuando llora, cuando se enfada, cuando se asusta, cuando le entra melancolía todos nos damos cuenta de que está loca porque no tiene mesura y nunca está estable. Pero aquí es diferente a la granja. Aquí la queremos.

Como ya he dicho antes es mi mejor amiga y ya lleva también mucho tiempo en la tienda. Hasta que alguien la compre por impulso, sin esperar mucho, antes de darse cuenta de lo desequilibrada que está.

“Oca la loca” me cuenta sus sueños. Ella me habla de su ángel de la guarda. El que la lleva a volar un ratito por las noches, antes de quedarse dormida.

Dice que le gustaría darse cuenta de que un bolso vacío no vale para nada y de que no se puede andar con un zapato de tacón y otro bajo o que en la cabeza solo se lleva un sombrero. Y decir ¿para qué quiero yo esto? O ¿porque me pongo yo lo otro? Pero en la granja siempre iba así y es que no lo puede evitar. “Oca la loca” no es más que eso: una pobre oca loca.

Un día se enfadó con su ángel de la guarda porque no la quiso llevar a volar. Su ángel estaba molesto con ella porque “Pata barata” había comprado un caldo de setas en la tienda de “Oso gracioso”, el más económico de la granja. Aquel día invitó a comer a todos los animales y a “Oca la loca” le dio aquel caldo. Todos los demás animales comieron sopa de ajo y tarta de ciruelas pero como oca no estaba invitada y llego la última, cojeando y descompuesta, pues “Pata barata” no tuvo más remedio que acogerla...  le dio apuro decirla que allí no era bienvenida y le dio el caldo de setas. A oca le sentó mal, le dio un cólico de gases y se enfadó mucho con “Pata barata”, tanto que la llamó “asesina de ocas”.  Su ángel, entonces, se sintió muy molesto pues “Pata barata” solo había intentado ser amable con la pobre oca. Por eso aquella noche no la llevó a volar.

“Oca la loca”, como está loca de remate, se puso muy nerviosa, le dio uno de sus arrebatos y se subió al tejado de su casa con el bolso enorme. Lo cogió de las asas poniéndoselo encima de la cabeza, lo abrió y salto y así voló ella sola.

Pero su ángel de la guarda la sigue visitando, ya se le pasó el enfado.

Aquí todos la queremos porque es especial y no la llamamos “oca la loca” la llamamos “oca la poca” y no porque sea poca sino todo lo contrario; porque “oca la loca” es mucha oca.