sábado, 23 de junio de 2018

De brujas y romances

Advertencia :querido lector, antes de que leas este cuento, he de avisarte que no está basado en hechos reales sino que se trata tan solo de un cuento como lo pueden ser "La Cenicienta", "Caperucita roja" o "Blancanieves".


- Lo que tú no sabes es que no se trata tan solo de un espejito de hojalata que no vale ni un real. - Dijo la madre a su pequeña hija, acostada y con la tenue luz de la lamparita resaltando sus carrillos regordete y sonrojado, cuando ésta le espetó que aquel espejo no valía nada, ni para inspirar un cuento. Entonces la madre enseñándole más de cerca el espejo dejó que jugueteara con el mientras empezaba con el cuento que esa noche tenía preparado para ella.

- Perteneció a una bruja del año 1785 que prácticaba la magia negra. Lo limpiaba y cuidaba majestuosamente, comoo si se tratará del espejo de una reina. El espejito, reposaba en una de las estanterías, entre diferentes tarros de especias y ungüentos  La bruja como todas las brujas que practican la magia negra  es decir, mala, odiaba a los gatos, en especial a los negros y, en lugar de eso, tenía un loro al que adoraba ya que repetía todo lo que ella decía y se regocija a de sí misma al escucharle y se reía escuchando también sus propios conjuros en pico de loro como cualquier ordinaria bruja mala y loca. El espejo de hojalata estaba adornado con unas flores raras, muy curvadas y enroscadas sobre si mismas que simbolizaba a la serpiente del jardín del Edén, es decir, al maligno. Como buena bruja mala adoraba a Satanás y a sí misma sobre todas las cosas y lo que más odiaba y carcomía por dentro era el amor, para eso le servía el espejito, un espejo tan  "bonito". Le servía para destruir amores volviendo loca a la mujer y dando un éxito corto al hombre para su irle después en la más horrible de las miserías. Cuando la bruja, que se llamaba Karen Whisper, fue quemada en la hoguera también quemaron su casa con todos sus ungüentos, elixires y venenos, bolas de cristal, cucharas de palo, loro y demás bichos y utensilios de bruja. Sin embargo el espejito se salvó. A qué no sabes por qué? Te lo explicaré. Karen Whisper fue encontrada en un bosque a las doce en punto de la noche realizando un ritual satánico bajo la luna llena pero tardaron un tiempo en descubrir dónde vivía. Durante esas horas una pequeña traviesa entró en el hogar de la bruja y tan fantasiosa era que pensó que se hallaba en el interior de un cuento y no quiso marcharse de allí sin coger el espejo tan "bonito" que encontró  sin una pizca de polvo, en una de las estanterías  Esto fue en el año 1797 y aquella niña llamada Sharon Sky contaba con siete años. A la edad de diecinueve años dicen que se comprometió con un apuesto joven que trabajaba como granjero y era dueño fértiles terrenos donde cultivaba las cosechas que después vendía junto con los alimentos que obtenía de los animales  Se trataba de una familia muy bien avenida y querida en el condado. La señorita Sharon  sin embargo  era huérfana y se hallaba estudiando en un internado de monjas desde los siete años cuando unos cazadores la encontraron corriendo sola por los campos con algo entre las manos y al preguntarle dónde estaban sus padres, ella  que siempre había sido muy lista, sin saber por qué dijo la verdad y los cazadores decidieron llevarla a una inclusa que más tarde se convirtió en un internado de señoritas. Los cazadores pensaron que así le procurarían mejor vida. Sharon, cada día, estaba más guapa y se volvía, al mismo tiempo, un poquitín más estúpida. Durante todos esos años conservó el espejo, escondiéndolo en diferentes lugares para que ninguna niña se lo robara. A la edad de diecinueve años, como digo, el espejo ya no le parecía bonito sino hermoso, a pesar de ser de hojalata y no valer ni un real, no se sabe si por ser estúpida o demasiado fantasiosa. De todos modos, se trataba de un recuerdo de la infancia, y sin el nunca hubiera llegado al orfanato, quizá ni seguiría con vida.

El idilio entre Sharon Sky y John Bharton, que así se llamaba el joven granjero, marchaba viento en popa. Todos los viernes Sharon se ponía sus más preciosas galas y esperaba emocionada la hora de salida para verse con su amado. Solían pasar el fin de semana en la granja. Sharon reía a carcajadas cuando John en el corral, corría tras las gallinas y éstas huían cacareando de manera loca y estridente. En el establo Sharon se deleitaba acariciando los caballos y dando de comer a los enternecedores portillos. A veces, paseaban a caballo juntos por los sendos paisajes de veredas y en el lago se bañaba besándose y después secando sus cuerpos al sol que se estremecían entre arrumacos. Todos en el pueblo les conocían y apreciaban su amor y su próxima boda. John trabajaba duro lo que tenía su reconpensa. Contaba con buenas piezas de animales, hermosos y bien alimentados y excelentes frutas y hortalizas de sus cosechas por lo que era el favorito de los pocos mercados que se hallaban en el pueblo. A veces Sharon y John hablaban de qué harían con tal fortuna tras la boda. Ambos querían tener una casa y muchos hijos. Sin embargo, Sharon comenzó a tener un comportamiento extraño. Durante su estancia en el internado se la podía ver, a menudo, agarrada a los barrotes de una de las ventanas llorando desconsoladamente, chilaba a sus compañeras sin motivo aparente y en cierta ocasión estaba tan furiosa que tiró a la cara de una de las monjas un vaso de agua. Los fines de semana se mostraba distante con John, no quería besarle. John pensaba que se trataba de un comportamiento pasajero, quizá porque sentía temor ante su nueva vida con él. Pero el colmo y lo que alertó a John definitivamente fue cuando Sharon se dedicó a meter en el interior de una caja de cartón con agujeros diferentes bichos que encontró en el patio del internado y después volcó sobre la cama de él por lo que el dormitorio se llenó de bichos. Cuando él entró lo encontró lleno de bichos y Sharon sujetando la caja y riéndose. Cuando él le preguntaba si es que ya no le quería ella lloraba desconsoladamente sobre su hombro y le decía que sí pero que se encontraba siempre de muy mal humor, tenía alucinaciones terribles sobre el futuro y no podía dormir en las noches. John decidió llevarla a uno de los mejores médicos del condado que lo más suavemente que pudo le comentó a John que Sharon padecía una demencia crónica y degenerativa que tenía que ver con un mal funcionamiento de la pituitaria situada en el cerebro y que era necesario internarla urgentemente en un manicomio. Sharon, engañada, internó en el sanatorio. Sharon no comía, no dormía, no dejaba de llorar mirando a través de la ventana. Todos los días John iba a visitarla, solía llevarle ramos de flores e intentaba animarla pero Sharon no hablaba, solo lloraba y se levantaba a mirar tras la ventana lanzando a John, después, una mirada que éste sentía que era como si le clavaron un puñal en el corazón.

Aquel día, John salió cabizbajo y con las manos en los bolsillos del sanatorio. Unas incipientes lágrimas asomaron a sus ojos. Recorrido un trecho comenzó a llover. No le importó nada que la lluvia no amainara y un relámpago advirtiera de tormenta, tenía que ir a pie hasta la granja, tenía que idear un plan para sacar a Sharon de allí. "Sharon no tiene ninguna demencia" pensaba "sólo se trata de que se halla confundida". Cuando llegó a la granja ys tenía su plan. Se deshizo de su ropa empapada y se puso el pijama, prendió la leña de la chimenea e imaginó como rompería el cristal de la ventana donde Sharon siempre se hallaba llorando y la sacaría de allí entre las rejas que eran lo suficientemente anchas como para que el suspiro de cuerpo consumido por el sufrimiento de su amada cupiera entre ellas. Así lo hizo al siguiente día.
- Vamos! - Le dijo a Sharon tras romper el cristal - Sal entre las rejas!
Sharon no entendía nada pero lo hizo. Entonces él dijo:
- Corre!
Y de la mano ambos huyeron hasta llegar a la granja donde en un cobertizo John tenía preparado todo lo necesario como para permanecer escondidos el tiempo suficiente. Sharon empezó a llorar emocionada y le besó apasionadamente.
- No es necesario que nos caemos. - Dijo él - Compraremos una casa fuera del país y tendremos muchos hijos pero antes he de seguir trabajando duro para conseguir el dinero suficiente.
Sharon asintió con la cabeza.

Pasaron días, semanas, meses y no llovía en el pueblo  Ninguno de sus habitantes podía explicarse tal hecho. La sequía estaba arruinando las cosechas y con ello las ventas de John que retardada el momento en que el granjero reuniera la fortuna necesaria como para marcharse con su amada.
Pero un día en el cobertizo, Sharon le dijo:

- Voy a enseñarte un secreto. - De su bolsillo sacó... El espejito! Un flashazo se disparó en la mente de John y recordó la casa, su edad, lo que dijo el loro.... Todo muy deprisa. El contaba con trece años de edad y se había perdido en el bosque s altas horas de la noche. A lo lejos vio una luz y se acerco. Encontró una preciosa casa con la puerta abierta. Por dentro era aún más interesante y el chico no pudo evitar curiosear entre las estanterías donde encontró el espejo. Lo cogió y se miró en él, en ese momento escuchó un loro decir un maleficio a cerca de la relación sentimental que John tuviera en el futuro. El chico se asustó  dejó el espejo donde lo había encontrado y salió corriendo. John instintivamente hizo lo mismo que de niño. Arrebató el espejito de la mano de Sharon y salió corriendo. Ya, a solas, en un campo alejado del pueblo, le prendió fuego.

La boda entre Sharon y John se celebró a primeros de Mayo. Sharon se hallaba en perfectas condiciones mentales y pudo cumplir su sueño junto a su amado.
Lo que él nunca le contó es como había convertido el espejito en cenizas y que ambos habían sido víctimas de un conjuro de magia negra.

La niña ya se había quedado dormida. La madre le acarició
una de sus mejillas y después, sonriendo maliciosamente, metió el espejo en la mochila del colegio de su hija.

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