Un llanto fingido
En el eterno deslizar del viento
A través de la ventana.
Acostada
En mi cama
Ansío reencontrarme
Con ese pequeño monstruo
De ojos grises y pelo enmarañado
Pupas en las rodillas
Cardenales y mejillas arreboladas
Que me roba los instantes
La rosa me la regaló su padre
El día anterior
Cuando
Sin darnos la mano
Paseábamos por una sucia calle
A las dos de la madrugada
Se acercó con sus ojos de pipa
Y tez de Luna
Para ofrecernos
El símbolo de un amor
Tragado por la rutina
Y las diferencias
Ocultas
En nichos
De pensiones
Con goteras, humedades y bichos.
Y tú la compraste
¿De dónde vendría aquella mujer?
¿Por cuantas calles, bares y parques habría deslizado sus piececitos maltrechos?
La rosa vagabunda esta mañana
Descansa sobre la tabla
Junto al cenicero
Lleno de angustia y nostalgia
Por reencontrarme con ese pequeño monstruo
Que me devolvió la vida
Para luego quitármela.
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