jueves, 8 de diciembre de 2011

No me alcanzaron las gárgolas

Un extraño
Y oscuro agujero
Enorme
En mitad de la Tierra
Absorve
como una pútrida mano
Las almas inocentes

En su interior
Hay ratas y gárgolas
Nadando
En un charco sanguinolento
De mordiscos
A brazos y piernas
Con sabor a sinsabores

Han ido a parar allí
Mi tía
Y mi madre
Han sido encarceladas
Para siempre
Condenadas
A sentir asco, miedo y muerte

Las he oído gritar
En el silencio de la noche
Gemir
Atravesando los cristales
Y llegando hasta mi cama

He olido su sangre
Y me han mojado sus lágrimas
Estaban muertas
Junto a mi
Susurrándome
Que les indicara el camino

Mi madre
Mi tía
Y sin embargo
Hubiera dado lo que fuera
Para que se hubieran marchado

Y me escabullo
Entre las sábanas
Y llego a un jardín
Con aroma a colonía de niño
Y cielo despejado

Y me pregunto
¿Por qué no he caído?

Alguien me guiñó un ojo
antes de irme a la cama
Fue aquel viejo
De ojos azules y barba
Amigo de mi padre
Que,
De vez en cuando,
Se pasa por casa

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