lunes, 19 de diciembre de 2011

Se me está acabando lo buena que soy

                                          EXPLICITA

De niña me decían que había un ratoncito que te traía regalos cuando se te caía un diente. También me dijeron que había que ser buena y dar ropa y juguetes a los niños pobres. Me dijeron que tendrías que cuidar de tus hijos y pensar antes en ellos que en ti misma. Que no había que ser egoísta ni insultar a los demás. Que todo se arregla hablando y que había que ser generoso y pacífico. Me dijeron que lo más importante era el amor. Y que un día llegaría tu príncipe azul y te daría la felicidad. Todo cuentos. Cuentos que yo me creí. Aunque la realidad de mi infancia fue otra muy diferente, en la que no se daba ningún ejemplo de esto. El único cariño que recibí fue el de mis muñecas y el de los libros que leía. De mayor tuve hijos y me preocupé por ellos más que por mi misma. Fui generosa, di a los pobres, valoré el amor por encima de todo y no pequé de avaricia ni de lujuria. Así llegué a ser una mujer sometida, una mujer florero que daba todo sin recibir nada a cambio, siempre con una sonrisa en la boca. Una mujer que decía "Te quiero" dulcemente todas las noches. Se rieron de mi, me engañaron. Ahora a mis hijos pequeños les digo que yo les dejaré dinero bajo la almohada cuando se les caiga un diente, que los Reyes Magos no existen y que sean como ellos decidan ser.