miércoles, 30 de noviembre de 2011

El reclamo

Sobre un viejo topo
Se alzaba una bella doncella

La saliva no podía ser más insípida
Como la de tantos otros
Solo que,
Además,
Era espesa
Y se la imaginaba amarillenta
Como un gusano
O una rata sucia

El vientre
Blando y arrugado
Soportaba fácilmente
Una figura grácil y resuelta
De dama blanca
Que gana todas las partidas

Más su aliento
Envolvía su rostro entero
En una arcada de whisky
Y tabaco negro

Sus manos ásperas
Sujetaban su cintura
Mientras se movía
Más bien lento
Al ritmo de un jadeo insoportable

Más era manso
Y hasta considerado
Por lo que
la bella señora
No padeció tanto
Lo que con otros
Eran noches
Que recorrían
Todo un calendario

No llevaba traje de jinete
Sino encajes encendidos
A medio quitar
Rozando peligrosamente
Su sexo

Se habían enzarzado con prisa
Y no le quedaba más remedio
Que ser complaciente

Sobre la mesita había un reloj
Que más por costumbre
Que por azar
La puta miraba insistentemente

Su aliento le arrancaba
Las lágrimas más sucias
Y sus dedos
Lejos de acariciarla
La arañaban
Como cuchillas

De pronto
Sus ojos
Se volvieron blancos
Y desaceleró
Subrayándolo con un jadeo
Supino
Que le puso los pelos
De punta

“Devuélveme la mirada”
Dijo ella
Aún sabiendo
El significado
De aquel insólito efecto

Él quiso arroparla
Pero ella reclamó lo suyo

Se vistió deprisa
Cerró la puerta

Eran las diez de la mañana
Mientras un veintinueve de Septiembre
Hacía cola en la papelería
Mas cercana a un colegio.

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