Se alzaba una bella doncella
La saliva no podía ser más insípida
Como la de tantos otros
Solo que,
Además,
Era espesa
Y se la imaginaba amarillenta
Como un gusano
O una rata sucia
El vientre
Blando y arrugado
Soportaba fácilmente
Una figura grácil y resuelta
De dama blanca
Que gana todas las partidas
Más su aliento
Envolvía su rostro entero
En una arcada de whisky
Y tabaco negro
Sus manos ásperas
Sujetaban su cintura
Mientras se movía
Más bien lento
Al ritmo de un jadeo insoportable
Más era manso
Y hasta considerado
Por lo que
la bella señora
No padeció tanto
Lo que con otros
Eran noches
Que recorrían
Todo un calendario
No llevaba traje de jinete
Sino encajes encendidos
A medio quitar
Rozando peligrosamente
Su sexo
Se habían enzarzado con prisa
Y no le quedaba más remedio
Que ser complaciente
Sobre la mesita había un reloj
Que más por costumbre
Que por azar
La puta miraba insistentemente
Su aliento le arrancaba
Las lágrimas más sucias
Y sus dedos
Lejos de acariciarla
La arañaban
Como cuchillas
De pronto
Sus ojos
Se volvieron blancos
Y desaceleró
Subrayándolo con un jadeo
Supino
Que le puso los pelos
De punta
“Devuélveme la mirada”
Dijo ella
Aún sabiendo
El significado
De aquel insólito efecto
Él quiso arroparla
Pero ella reclamó lo suyo
Se vistió deprisa
Cerró la puerta
Eran las diez de la mañana
Mientras un veintinueve de Septiembre
Hacía cola en la papelería
Mas cercana a un colegio.
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