jueves, 29 de diciembre de 2011

Al que quiero tener y que irremediablemente se marcha.......


Llovía en mi ventana. Y mis ojillos se deslizaban por la amargura de las nubes, por la ternura de tu rostro reflejado en la Luna. La noche, esponjosa como un cabello de estrellas de mar, me clavaba su cuchilla plateada. Todo porque no estabas a mi lado. Porque no podía tener la frescura de tu piel, escribir en la página de tu diario besos y caricias. Y voy perdiendo el norte cuando me ruborizo si dices mi nombre. Si tus dedos sigilosos rozan mi pecho bajo las lágrimas blancas de esa lámpara que mi madre nos hizo comprar. La luz seguirá encendida por si ellos vuelven y se meten dentro de la cama, dentro de mi vientre, dentro de mi garganta y me convierten en la otra, esa que tú no quieres tener. Pero la noche es una viuda con vestido de lentejuelas y me ha dicho que ya solo habitas en mi recuerdo, que ahora eres un alma que arrastra sus penas, vagando, rondando a niñas apáticas y desvergonzadas. Que ya no me quieres, que nunca me quisistes.... y yo... te quise tanto.