jueves, 18 de febrero de 2016

Número incorrecto pero eterno

Sé que te sientes pequeño. Como un muñeco, como un bebé. Pero eres grande ante las adversidades de este mundo al que como estrella perdida fuíste a caer. Te enamoraste de esos ojos azules que creíste mar en Verano, hambriento de ese Verano, por fin, porque el Invierno duró tantos años... Calaba los huesos y tu abrigo era de paño fino, no había estufas donde refugiarse ni donde calentar la leche porque faltaba dinero para un micro-ondas. Lágrimas. Y creíste que, al fin, llegaron las vacaciones en la playa de arena fina de su piel y el eterno mar de sus ojos, azul... Pero aquella trampa final no fue más que otra broma disfrazada de un sufrir indecible en un no sé qué decir. Porque sus ojos no eran mar, faltaba el salitre y ni sabía de los seres extraños que tras su mirar podían poblar su piel que no era arena fina, llena de conchas o estrellas idas a venir sino tosca, tupida de cremas de la mejor marca que te hacían resbalar si es que la lluvia se atrevía, una vez más, a llorar de alegría por otra trampa de broma más. Y... ¡Menos mal! Porque tu cuerpecito es un río frágil que podía haber desembocado en ese mar que ¡gracias! No era mar.

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