miércoles, 14 de mayo de 2014

Escribo en mi cuaderno una y otra vez y ya no sé si me repito

Los relojes de la casa marcan horas diferente y mi rostro cambia de un día para otro. No hay ni un solo calendario colgado en la pared así que no se que día es, ni que año, ni que relojes e mes. Y cuando quiero escribir y voy a elegir un bolígrafo no sé cuál será el adecuado pues tal vez me produzca dolor de cabeza, no lo sé creo que en el fondo, en el fondo de un gran pozo donde no te puedes ahogar estoy eligiendo algo más. Y quizá no te ahogues pues se refleje un ángel, entre aguas cristalinas y no negras pues lo negro solo existe en el infierno y o todas las noches toco el cielo aunque amanezca apaleada. Tengo que ir de puntillas aunque hace mucho tiempo que dejé de ser bailarina, preferí gritar mi verdad a los cuatro vientos y acabé en el calabozo. Entonces dedicí comprar unas preciosas botas que te persiguen a todas partes pero sin tacón pues no merece la pena cansarse por ti. Desayunando mentiras junto a una sonrisa a medias que es igual que la mía. ¿Tanto daño? Pero tú has sucumbido, yo aún no. Sí, desayunando mentiras, al pie de un supermercado, no sé si debí volver a confiar llevando a cuestas todos mis pecados y que es mejor dejar caer cuando al fin pueda subir a lo alto de una montaña. No tengo nada y lo que hay en esta casa no es mío en realidad. Lo poco que aún conservo sufre un hechizo de brujería negra y lo intento, intento recuperarlo pero ella es más fuerte, es más mala, es lo que no se puede nombrar. Todo lo estropeó pero es mejor no quejarse mucho, no hablar mucho, o nada o solo una ceja levantada o un guiño o un te quiero a medias. Ya no hay derecho ni a la risa. Nos bastará una sonrisa para saber que todo va bien. Único desahogo para los que nos quemaban en la hoguera. Canciones, después, cuando te vayas. Cuando el armario se llene de polillas, la casa de moscas y mi corazón de amargura. ¿Todavía quieres ayudarme? ¿Hay manera de empezar otra vez? ¿Te atreverás? ¿Quién se atreverá esta vez? Si la Luna no me deja dormir, tan llena, tan apasionada tendré que llorar. No creas que creo todo lo que escucho, no creas que creo todo lo que veo pero sí creo en tu sonrisa azul y en tus ojos cristalinos con el río donde te mirabas cuando pertenecías al mito de Narciso. Aquí todo está mal, pero aún respiro, aún camino, aún puedo disfrutar y soñar con alguna golosina para el corazón. El camino de vuelta a casa estaba lleno de piedras con las que tropezaba una y otra vez y al llegar me sentí morir, me sentí caer, me sentí amanecer en un jardín donde los gatos no tienes ojos sino espirales maquiavélicas. Y en el jardín te volví a encontrar y aún no he decidido qué hacer. Pero es porque aún debo esperar porque el viento escribión algo en el cristal que no se puede nombrar.

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