lunes, 6 de abril de 2015

Alas inocentes




Ellos nos enseñan a timar al más inocente, más joven o mas viejo. Ellos nos enseñan a delinquir, el timo por bandera y luego hay que levantar españa, siempre la bandera, todo por la patria que es todo menos una patria y, siempre, una buena armadura disfrazada de trajes caros, las mejores marcas que disimulan celulititis y barrigas de matar pobres animales. Channel nº 5 para incautas o verdaderas… mejor callar. Estas suelen ir con tacones que no suenan al pasar como secretos que nunca dices y por eso mismo, un poquito más, te van dañando… te van dañando hasta solo suspirar y suspirar. Después dirán “no aparentas tu edad” y ellas dirán “no, solo es que soy una moneda falsa, así que, si cuela, mejor cambiame por otra”. En el Banco de España es fácil, no te preocupes. Ellos no trabajan de sol a sol, poco, como lo que dan y luego solo dormir pues ya están cubiertos de tanto que ni aprecian una palabra de amor y, aún así nunca tienen suficiente. El Metro esta sucio, no les pagan, todo lleno de basura y los únicos que se enferman son ellos. Ellos… ¿quién? Los no sinceros, hipócritas y lo peor totalmente infelices. Compran nuestras ilusiones, pensé, siempre quise pensar, que la ilusión no tenía precio. Pero, jamás, volverán a arrancar mis lágrimas, no permitiré que nos escupan de atubuses llenos de tristezas, rutinas malgastadas en un perfume que huele mal, si hace falta chillaré lo más alto que pueda y no permitiré que volvamos a caminar inciertamente, tropezando, rezando a un Dios que no sé si por anulación o por desidia cada vez trabaja menos. Besémosle y no importa, de verdad que no, que sea en los labios. Todos llevamos nuestro número, marcados como reses, corremos tras el tranvía, damos algo a quien nos parece perdido, sonreímos a ese par de dos que van a salvarse mutuamente y, a veces, todo me parece raro y sí, yo también soy rara. Pero no llevamos un cartel en la frente, al menos, eso, aún, no lo han hecho. Intuición, pero, a veces, en tu mirada, en sus miradas. Callar, disimular y asentir aunque sea un no, si es que crees que es lo acertado. Voces de monstruos en los trenes, en el camión de la basura que siento tras la ventana tres veces en la noche si no puedo dormir, en coches abundantes, tanto, mucho más que el agua que nos refresca, que nos renueva, que nos da vida mientras ellos a través de sus tubos de escape sueltan el veneno del asesino, contaminación, pero sí, todo va mejor de esa manera, y mi manera es la de la princesa siempre con sombrero, sin embargo, nunca he visto vehículos entre rejas. Intereses, ten cuidado, puedo darte un puñetazo, intereses, intercambios quizá sea mejor. Quizá aquel trueque cuando éramos libres, así no tendremos que tocar lo más sucio, lo peor que existe, tan abundante y al mismo tiempo tan escaso, mucho mejor un indigente que nunca lo será, que te arropa con su manta sin importarle quien eres si es que te sientes triste o falta de amor que te arropa con su sonrisa aunque no hable tu idioma. No nos hablaremos con palabras, sino con gestos, nos entenderemos y creo que nos amaremos y comprenderemos. La uve en la mano derecha y un beso aunque hayas hecho lo que hayas querido hacer. Luego, él, se esconde bajo cartones como un niño conversando con su amigo invisible y besos que vuelan por el mundo si es que la bondad aún sigue existiendo. Y si esa noche no hay estrellas, nos echaremos una manta por encima y mis estrellas serán tus ojos y para ti mis ojos las tuyas. Y qué bonito es un “te quiero”, sobre todo cuando se dice en silencio. El frío cala el corazón de soledad y sinsabores, de amores perdidos pero si estás a mi lado, quizá, quiero creer, que todo irá bien. Mis problemas, de todos modos, no son del todo asunto tuyo pero si quieres te confiaré algo. Se está empezando a comprar la bondad y la solidaridad. Enamorarse se está convirtiendo en una trampa, como cepos para esos, esas, a las que no les queda más remedio que hacer letargos y salir renovadas, renovados, dispuestos a seguir. Y un beso para ti. Ya no hay palomas que dejen un mensaje en tu ventana, ahora dicen que hay que erradicarlas como una enfermedad. Solo espero que no puedan con el amor, que no cueste dinero, no hay medicina para el amor ni lo necesitamos, solo espero que no lo consideren una enfermedad, que no nos lo roben, que no nos conviertan en robots, ni zombis, que haya sonrisas, risas en una preciosa noche de vestido de tirantes y lentejuelas azules. Solo espero que no nos quiten lo poquito bueno que nos queda y si no tendré que volver a Venus.

 

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario