martes, 16 de septiembre de 2014

Soy lo que queda de ti






Fui mujer cuando era niña y niña cuando fui mujer. Fui tu recuerdo perdurando más allá del viento si te azota entre cipreses despertando lo que queda de un ayer. Fui aquella a la que invitaste a un café y ahora soy la que duerme desnuda de tu presencia, una ausencia que maldigo y me maldice sin querer. Soy el marco que sujeta tus pinturas, El agua con el que borras las lágrimas de cada noche y con la que se esfuman pesadillas de vueltas en la cama que yo no puedo ver. Soy un enmudecimiento si te atreves a contarme tu parecer. También fui la mano que te llevaba, el semáforo que siempre te dijo "pasa" y pasarás por ese corredor que no es más que el pasillo de mi casa, otra vez. Fui una nota, varias, para que supieras que no pensaba volver a desaparecer o a escaparme si vuelvo allí por tercera vez. El "adios" que nunca te dije pues no hay final para una historia que se escribe al amanecer, atardecer y anochecer. La niebla, espesa, esta mañana, me recordó tus pestañeos, cuando andabas confuso o no sabías qué responder. Esposada, encarcelada, bailando las rejas de un crimen no cometido y tú me mirabas en tus sueños pero no aparecía el arma que pudiera cortar esos barrotes para arrancarme, para podar los malos sentimientos que aún aparecen si me encuentro sin ti en un lugar inhóspito de almas sin destino. Y salir por la puerta de atrás, no hay "exit" pues esto no es una desgracia ni tú y yo unos desgraciados. Fui mujer fatal jugando con niños al otro lado del patio del colegio. Fui gaviota buscando un mar en el desierto. Fui la rosa que arrancaste y plantaste en tu jardín. Soy el árbol, el huerto, el campo, la tierra que te da de comer. Y ahora, mírame, puedes tocarme. Ahora soy lo que soy, lo que llevo siendo desde hace meses. Ahora soy lo que has hecho de mi.


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