sábado, 4 de febrero de 2012

Morir de amor

Sonríe
Era un poeta despistado y alegre que nunca se había fijado en la bella flor que, todos los días, leía sus poemas, desde lo alto del jarrón. La flor había sido comprada por su hermano y aunque, en un pricipio, fue para su novia, más tarde se quedó en casa de ambos por no tener ésta deseos de discutir con su padre a cerca de quien se la había regalado y el consecuente "¿Sales con chicos?" que era como decirle "¿No serás una indecente?"

La flor estaba enamorada del poeta y su mayor deseo era que escribiera un poema sobre ella. Pero el poeta, tan despitado, todavía no se había fijado en la gran belleza que se asomaba tras su cogote. Un día el poeta conoció a una chica joven y desaliñada que también quería ser poeta y la llevó a su casa. La joven nada mas ver la flor quedó prendada de ella y el poeta que la veía por primera vez quiso regalársela. La chica se la llevó muy feliz y la colocó en un tarrrito de cristal con agua junto a la ventana de su dormitorio. Pero la flor estaba muy triste, ella quería estar con el poeta pues era su amor y sentía celos de la chica. Tan triste estaba que no hacía más que llorar y llorar y la poetisa no sabía que hacer ni entendia por qué aquella preciosa flor se mostraba tan desmejorada. Un día que la chica tenía la ventana abierta un fuerte viento azotó a la flor de tal manera que la saco del tarrito y la hizo volar hasta llegar a un descampado que estaba en frente de la casa de la poetisa. La flor se moría de pena y no podía dejar de llorar. La poetisa fue tras ella, pues no podía permitir que una flor muriera. Cuando la encontró la planto en el descampado y le dijo que allí estaría bien, que alomejor estaba triste por estar lejos de un lugar parecido al que habitaba antes. Pero la flor seguia llorando poruqe quería estar junto a su amado, el poeta y que este le escribiera un poema. Tanto lloraba que sus propias lagrimas le servían de alimento. Pero era tal su llorar y las lágrimas caían tan cerca de ella que todas las tragaba y eran tantas que finalmente murió ahogada. Fue la perfección de amor, morir de amor. La poetisa cuando fue a verla y la halló muerta llamó a su amado, el poeta, quien se sintió tan impresionado y triste que quiso escribirle un poema. Después buscó por toda la ciudad un bonito ramo de flores para su amada para que no sintiera tanto la pérdida pero se dio cuenta que no existía en toda la urbe una flor más bella que aquella.