sábado, 31 de julio de 2021

Historia de amor

 


Oh, amor. Cuándo volverás? Siento el sinsabor de mis lágrimas negras como mi pasado y el loco frenesí que necesito derramar dentro de tus entrañas. Siento la breve eternidad de nuestra historia de amor, fulminada ahora por tu ausencia.


Oh, mi amor. Me duele tanto sentirte lejos. Mi vida es en blanco y negro desde que te esfumaste. Echo tanto de menos cuando repartían tus besos por mi escote y llenábamos la tibia tarde de risas burbujeantes. Solías traerme flores al despertar...


Oh, mi amor . Cuando volverás? Soy consciente del licor amargo de mis días que utilizo como jarabe para calmar mi ansiedad. La eterna brevedad de los instantes vividos junto a ti son un tiroteo de melancolía en mi mente porque te quería entre rejas pero con libertad. Porque mi decisión es incuestionable como la justicia que anhelan tantos hombres y con fe rezo cada noche por volverte a ver.


Oh, amor. Dónde estás? Quiero que bebas mi aliento roto, que te besen mis sonrisas, empaparte con el dolor de mi lluvia de lágrimas y regalarte toda mi vida. Incluso, sé que estaremos juntos después de la muerte.


Oh, querido. Sabes que nuestro amor habita en cada rincón de este lugar: sobre la fuente y las tumbas, sobre las más abruptas piedras, en el aroma de las flores del jardín, escrito en el melocotonero del patio. Mi espíritu suspira de amor por ti cada noche, sentada sobre una lápida, mirando la melancólica Luna. Aguardando tu llegada otra noche más en la que el sueño también me ha abandonado.



Oh, amor. Cuándo te desnudas de todo eres aún más bello. Oh, amor. Cuándo me desnudas de mi soberbia y trajes a medida vuelvo a ser yo otra vez, pura como una virgen. Somos la belleza más auténtica cuando nos despojamos de todos nuestros dolores y nos amamos con la más hermosa libertad.


Oh, mi amor. Siento que nos hemos ganado el cielo, como niños traviesos a los Dios ve jugar. Pero luego te echaste a llorar y no querías mirarme "No te quiero!" "No te quiero!" Chillabas, pero sé que sentías celos de las estrellas porque ellas podían contemplarme y regocijarse de mi dulce belleza.

Oh, amor. Cuándo volverás? Me queda algún resquicio, algún atisbo, algún retal por coser que me asegure que tú también me echas de menos? No estás y me consumo.


Recuerdo tu voz melódica y con eco. Cómo Como una cueva en una canción.


Oh, mi amor. Mece mi agonía con nanas, como solías hacer, después de hacer el amor. Íntimo llanto que daba justo en el centro de la diana de mi corazón al entregártelo todo. Y me vio llorar el amanecer. Vaga junto a mi el resto de tu vida. No creo que sean más de cien primaveras.


Oh, amor. Duermo a tu lado y despierto junto a tí y, sin embargo, te hayas lejos. Abrazo una burbuja de oxígeno, un pedazo de atmósfera, pensando que se trata de ti y solo encuentro el vacío. Intento ocultarlo hablando sobre temas banales y simulando risas que suenan tan falsas como las de un muñeco. Cuento cada Luna, como alma en pena mientras converso con L. de lo bien que me va la vida sin tí. Pero lo cierto es que ya no encuentro el consuelo de tu hombro. Ni el renacer de tu mirada cuando, a cada atardecer, nos reíamos en la estación. Y tus labios tocaban los míos. Y tú mirada enamorada vivía plena cuando yo bajaba mi mirada



Oh, amor. Cuándo volverás? Intento ocultarlo y hablar lo contrario pero el viento sabe que te amo y me susurra secretos sobre tí.

Oh, amor. Recuerdo cuando estábamos en la estación tomando cerveza. Yo llevaba un vestido largo color púrpura, y nos quedamos allí, esperando a que parara de llover. Pero antes que te besara, por solo un segundo, no pude disfrutar del "choc-choc" de la lluvia y sus tímidos besos. Quise un beso bajo el agua, como peces desmemoriados, pero yo jamás te olvidare. Dame un segundo más.

Oh, amor. Sí, a veces me encuentras callada, como absorta en mis pensamientos, no hagas caso. Es porque tu mirada me lo dice todo y entonces empiezo a divagar. Me habla tu mirada y la mía te responde, así podemos privarnos de una conversación usual, como ocurre con los verdaderos amantes.

Oh, mi amor. Prepararé para cuando vuelvas cestas de mimbre, ramos de flores y muñecas con el primer canto de los gorriones. Coleccionaré amaneceres para, en cada uno de ellos, tejer una bella alfombra sobre la que bailaremos celebrando tu llegada. Como a ti te gusta. Cómo yo adoro. Serán días verdes entre los árboles y días azules bajo el cielo que vio nacer nuestro amor. Testigo de nuestra historia.

Oh, amor. Cuándo volverás? Encontraré mi camino, como todos los enamorados. Tengo treinta y cinco años y me llamo Karen, ese es nuestro secreto y ambos sabemos lo que esconde.

Oh, mi amor. Tengo ganas de contarte tantas cosas... Por el tenebroso camino de la locura vaga tu espíritu, por las sombrías estancias, se esconde tras las grietas de las paredes, brilla en la risa histérica de ella, no sé su nombre. Quería decirte que al no contenerte en mi pecho, tu dulce cabello y calmar tus pobres arrullos de alma encerrada, me siento tan vacía. Al despertar y no sentirte cerca, en este continente que ya no te contiene me siento desvanecer, desfallecida en la más profunda tristeza. Quería decirte que recuerdo la magia callada de nuestros cuerpos desnudos haciendo el amor y como cambia el color de mis sentimientos al saber que no estás, como cuando niña esperaba a mi padre a las puertas del colegio y siempre tenía que regresar sola a casa. Quería decirte tantas cosas pero se me escapan del sombrero y se retuercen sobre las baldosas como gusanos envenenados.

Ahora me encuentro aquí. Sigo aquí. Tomaré café. De qué te hablaré, amor, antes que la noche concluya?

Oh, mi amor. Cuándo volverás? Junto al rostro vencido del anciano más triste del manicomio, cuando las mesas carcomidas por la humedad y el tiempo ofrecían su versión más trágica dijistes que me querías y, en presencia de las grietas de la pared, de las manchas de café sobre mi mesa y ceniza tirada por el suelo junto a las hormigas, a pesar de las promesas rotas y el descaro de tu desplante, confesaste que estabas enamorado de mi.


Oh, amor. Mi pelo ha perdido su brillo y llora tu ausencia como paja abandonada en un desván. Más no cortaré mi cabello porque tus dedos hacían divertidos círculos deslizándose por mis bucles y hacías reír al sol.

 

LOh, cariño. Quiero que sepas que allá donde te encuentres siempre estaré junto a tí y si te acaricia una suave brisa, se trata de mi aliento. 


Lorena Caballero Ortega 

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