viernes, 11 de marzo de 2016

En las trenzas de tu pelo


En las trenzas de tu pelo encadené mis besos. Como flores que se marchitan a tu paso por ser tú la más bonita. La que podía vencer al diablo. Después me dormí a tu lado. Y te prometo que los besos que te di no eran despechados. Sencillamente tu pelo encendió en mi un fuego de bondad y caprichos que no se curan con caramelos. La almohada olía a ti y cada vez que te ibas y seguía durmiendo  tu recuerdo me venía en sueños por el aroma sobre mi almohada. Por eso susurré al viento que nuestras palabras de amor no se las llevara a lugares inciertos. ¿Más valen los hechos? Las palabras son como cuchillas en retretes de bar de mala muerte. Si puedes matar, mejor sigue…  harás sangrar sin desdicha pero tampoco bondad. Grité al viento, a altas horas de la madrugada, que te amaba y que por eso, para desencadenar mi amor encadené a ti mis besos. Sí…susurros… a media noche. Te despertaste por sueños inconclusos que te impulsaron a deshacerte el peinado. Una cabellera reluciente nos iluminó y mi pobre padecer creyó, al fin, haber encontrado su sitio. Nos iluminó más que la Luna, en su melancólico cantar y mis besos, los que te di y prometí, en tu peinado volaron por el cielo para los pobres, solos y desamparados. Y te fuiste con el cabello suelto y cuando volví a cruzarme contigo solo me dijiste “la vida gira, volveremos a vernos”

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