miércoles, 16 de septiembre de 2015

Siglos de bondad


La aventura de mi vida ha sido toda mi vida. Y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos y amén. Aunque no soy cristiana pero sí creyente y cuando renazca de nuevo seguirá siendo una aventura. La de aquella que peca de ignorante bajo un Sol de purpurina que hace lucir aún más su falda floreada y enfoca un entrelazar de manos, las que, en ese momento la acompañan en su viaje restando el peligro evidente de quien sufre de bondad. También he estado sola, bajo techos de paso, con humedades y grietas amenazantes ante lo que estaba por venir. Acariciando ya mi prominente vientre busqué un techo de vigas en la buhardilla de juguete. Luego viví entre música de aquel que me llevó a su lugar secreto donde un techo con telarañas me avisó que podía ser atrapada y corrí para llegar a otro lleno de luces al que lancé la mía.

He vivido bajo muchos techos pero cuando viví sin él comprendí cual era mi verdadera aventura y aunque sé cual es aún está por llegar. Las estrellas me lo indicaron como brújula en el bosque mientras te envuelve la más oscura noche.

2 comentarios:

  1. Sí, querida Lorena, a veces hay que dormir sin techo, enmedio del bosque, mirando las estrellas que encienden la noche, para descubrir más de nuestra propia aventura vital. Porque los techos son necesarios pero no son inmutables, se convierten en pesadas tapas de madera que impiden escapar a las muchecas de su casita. Se agrietan, se elevan aumentado el vacío...Lo único que me gusta de algunos techos, es que preservan el espacio donde vivieron los seres que amé. Besos, Lorena, de otro aventurero sin manchas de tabaco en los dedos.

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  2. Parece que me conoces y sí lo más bonito de un techo es haberlo compartido con alguien a quien quieres o amas. Lo malo es perder a esa persona, entonces creo que es mejor cambiar de techo como bien sabrás. Un abrazo fuerte para ti y mis mejores deseos y eso que no sé quien eres. Lorena.

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