- Sal del coche, toma doscientos euros y buena suerte, muñeca.
- Vente conmigo, muñeca.
Un par de portazos. Luces por todas partes. Risas distorsionadas por la lejanía y una canción de los 80, mientras el llanto del asiento de atrás se acelera como el latir de un gato enjaulado. Él la mira. Ella rehúsa. Parada en seco, como un azote que le hace temblar por lo venidero.
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¿Y mañana qué, muñeca? |
"Me largó con doscientos al pié de un hotel de carretera"
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