domingo, 27 de julio de 2014

Antítesis de una princesa


- Sal del coche, toma doscientos euros y buena suerte, muñeca.  

Falda rayando la indecencia, tacones imposibles, labios rojos como cerezas, en una calle no precisamente cualquiera. Un soplido al oído:

- Vente conmigo, muñeca.

Un par de portazos. Luces por todas partes. Risas distorsionadas por la lejanía y una canción de los 80, mientras el llanto del asiento de atrás se acelera como el latir de un gato enjaulado. Él la mira. Ella rehúsa. Parada en seco, como un azote que le hace temblar por lo venidero.

¿Y mañana qué, muñeca?



"Me largó con doscientos al pié de un hotel de carretera"

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