viernes, 7 de diciembre de 2012

Una ratita coqueta

La señorita Ana se iba a ir a pasar el fin de semana a casa de sus padres. Antes de marcharse quiso dejar la casa muy limpita por eso fregó y barrió, limpió el polvo y el baño y no se olvidó de regar las plantas pero ¡ay! Que justo cuando iba a cerrar la puerta con su maletita y su paragüas ya que era un día otoñal  vió a una ratita presumida correteando por el salón. Esta ratita iba ataviada con una faldita roja de vuelo, un jersey de punto color negro, muy bien peinadita ella y con un lazo en la cabeza. A la señorita Ana le dio tanto miedo que cerró a toda prisa la casa y se marchó de allí corriendo y gritando "¡Una rata en mi casa!" "¡Una rata en mi casa!" ¡Ay, Dios mío!" y dejó a la ratita dentro.

Aquella noche la ratita cenó pollo con patatas fritas. Se puso un mantelito por encima de las patitas y encendió la tele. También puso incienso y encendió unas velas. Cenó muy agustito. ¡Ahora ella era la dueña de la casa! Más tarde se maquilló con los cosméticos de la señorita Ana y se puso un vestido negro ajustado. Se miró y remiró en el espejo del baño (no olvidemos que era una ratita muy presumida) y salió de fiesta. En su aventura conoció a un ratón muy apuesto y de bigotes rizados al que se llevó a su casa y en la camita, bajo la luz de la Luna, muy juntitos, se besaron.

La señorita Ana, mientras tanto, se lo había pensado mejor "Parece una ratita muy buena y limpia" "La acogeré en mi casa". Y ya la había comprado hasta un regalo.

Pero la ratita además de muy presumida era hippie por lo que se marchó con el ratón en una caravana pintada de flores psicodélicas a recorrer mundo.